las artes en el Este: un calendario atractivo y playero

las artes en el Este: un calendario atractivo y playero
Destacado. Una muestra de Clarel Neme sobresale entre la agenda esteña


JORGE ABBONDANZA

La pintura también veranea. En el circuito que abarca desde el centro urbano de Punta del Este hasta la Barra de Maldonado, Manantiales y José Ignacio, la actividad de las galerías de arte resucita con el calor y el revuelo de los veraneantes.

La muestra sobre Clarel Neme que se abre el viernes 9 es un ejemplo mayor al respecto, no sólo porque Neme fue una de las figuras de primera línea que pobló el panorama plástico uruguayo a fines del siglo XX, sino porque acaba de aparecer un libro sobre su vida y su producción pictórica que es un agregado sustancial a la bibliografía artística de este país y de sus talentos en la materia.

El libro, de gran formato y lujosa edición, fue escrito por Miguel Angel Campodónico, un escritor que tiene su larga foja en medio de la cual figura Uruguayos por su nombre, un abecedario de las notabilidades del país, aunque esa trayectoria también abarca unas cuantas novelas, antologías y cuentos. Ahora, el libro de Campodónico sobre Neme repasa minuciosamente la existencia de ese pintor y lo hace no sólo con una información impecable sino además con un apego por la figura y su entorno que acercan al lector el perfil del personaje y el medio en el cual se desarrolló su trabajo.


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La pintura de Neme tuvo un perfil inconfundible, poblada por una fauna de opulentas figuras humanas que alguna vez permitió comparar su modalidad con la del colombiano Botero. Manejando con agudeza (y frecuente sentido del humor) esas imágenes, Neme creó un mundo de sesgos a veces angelicales y otras veces mordaces, en que sus gordas podían tocar el violín o comerse un pancho, integrar una agrupación festiva o sumarse a una procesión de siluetas que visualmente resultaban cautivadoras.

El universo de Neme terminó por constituir un paisaje del que nunca se apartó y que le permitió crecer poco a poco hasta ocupar un sitio indiscutido en el circuito artístico uruguayo de las décadas del 80 y el 90 del siglo pasado. Pero además de revisar ese itinerario creador y de analizar esa pintura con opiniones de los especialistas, el libro de Campodónico pasa lista a toda una vida, desde la casa familiar del pintor en Rivera hasta su definitiva radicación montevideana.

En las etapas culminantes de ese periplo, Neme conoció a Alicia Karlen Gugelmeier, se casó con ella, compartió así unos cuantos años de vida en común y todavía después del divorcio mantuvo con esa mujer muchas cosas que están más allá de la intimidad matrimonial, desde una amistad invencible hasta una comunidad de intereses y de proyectos.

Quienes conocieron a la pareja -ya separada pero también junta- saben que la mutua adhesión que existía entre ambos era una familia a distancia, una dedicación de cada día que por cierto abarcaba la promoción de la pintura de Clarel a través de la galería que Alicia mantuvo durante años en la calle Sarandí y luego en Bartolomé Mitre.

Y así el artista descendiente de libaneses y la galerista de origen valdense -que era unos cuantos años mayor que él- compartieron los planes y las emociones de casi toda una vida.

Había que conocer a Alicia para saber hasta dónde esa mujer de temperamento vivo, gran nariz y calidez a toda prueba, era además una empresaria capaz de convertir sus salas de Bartolomé Mitre en un centro de atención por la calidad del lugar y el espíritu selectivo con que organizaba sus temporadas, pero además por la hospitalidad sin par que volcaba en su relación con los demás, ya fueran periodistas, clientes, amistades o curiosos.

De alguna manera, Alicia (y la obra de Neme que siempre colocó en primer plano) integran todo un período de la vida cultural de Montevideo, de sus vaivenes plásticos y de la memoria de los conocidos que supieron disfrutar de sus presencias. Por eso el libro de Campodónico es ahora un instrumento para reavivar aquel pasado y para que cierta gente que ya se fue no muera del todo. Comprende además una enorme -y hermosísima- reproducción de las obras de Clarel que ocupan la mitad del volumen.

Por razones como las señaladas, la actividad veraniega del arte visual en Punta del Este no es sólo un acompañamiento de los trajines del balneario. Puede ser también una razón para enfocar en esas playas los centros de atención que se despiertan en torno a la pintura, que no tiene por qué ser solamente un ajetreo invernal. Así la muestra de Clarel anunciada para el viernes 9, puede constituir uno de los picos de la temporada que recién se inicia.

Una amplia agenda para disfrutar en días de calor
Desde el domingo 4 de enero, a partir de las 16 horas, la pintora Linda Kohen abrirá en su casa de El Peñasco (sobre la ruta 39 que va de Maldonado a San Carlos) una exposición de su pintura que se mantendrá durante todo el verano.

Nacida en Italia pero formada en el Uruguay, Linda tiene a estas alturas una formidable carrera cuyas etapas cercanas han abarcado no sólo una modalidad pictórica centrada en la intimidad doméstica y provista de singularísima seducción, sino además algún proyecto de grandes dimensiones, como el laberinto en torno a un biombo monumental que mostró en el Centro Cultural de España hace un par de años.

Por otro lado, la Galería Del Paseo que comanda Sylvia Arrozés en su sede de la Ruta 10 en Manantiales, ya abrió una exposición en homenaje a María Freire y Nelson Ramos, al lado de la cual habrá un despliegue de obras de artistas vinculados a la galería, integrantes de una generación más joven, entre los cuales figuran Rimer Cardillo, Ricardo Pascale, Fidel Sclavo, Martín Verges, Lacy Duarte, Ernesto Vila, Alfredo Ghierra, Cecilia Vignolo, Virginia Patrone, Álvaro Pemper, Cecilia Vignolo, Rita Ficher y algunos más.

Una lista de primer orden, en verdad. Al margen de ello, Arrozés prepara para comienzos de enero una muestra con esculturas recientes de Pascale, otra de Sclavo y luego fotos de Federico Rubio, cerrando la temporada con trabajos de Patrone y Pemper.

En la Galería de las Misiones (en José Ignacio, sobre Las Garzas) está habilitada hasta el 9 de enero una muestra de Manuel Pailós, aquel refinadísimo torresgarciano, pero el 10 de enero se inaugura una exposición de Juan de Andrés, luego de la cual vendrá una muestra con nombres descollantes de la década del 60, entre los cuales figuran Ventayol, Hilda López, Gamarra y Lino Dinetto.

En su sala también instalada sobre la Ruta 10, en La Barra, la Galería Sur propone desde la semana próxima una exhibición de esculturas en madera de Pepe Castro, un artista gallego que vive en el Uruguay. Después de esta exposición vendrá una muestra colectiva con artistas poco divulgados, parte de los cuales son pacientes de instituciones psiquiátricas como la Colonia Etchepare.

Más tarde habrá una muestra individual de Eduardo Cardozo.


El País Digital