La sociedad convergente

La sociedad convergente

Ex Presidente de la República

LUIS ALBERTO LACALLE



Es esta la última oportunidad del año 2008 en que usamos de la hospitalidad de "El País" . Por tanto pretendemos, en los conceptos que desarrollaremos, redondear nuestros razonamientos, dándole un sentido unitario a las opiniones que hemos vertido en las sucesivas columnas desde el pasado 6 de enero.

¡Cuántos y cuán variados acontecimientos se han producido! En lo internacional y en lo nacional, en lo partidario y en lo personal, los hechos y la percepción que de ellos tienen nuestros compatriotas ha moldeado una opinión que ha ido variando en sus prioridades y preferencias de manera radical. Uno solo sigue siendo nuestro interés y nuestra pasión respecto de nuestra patria, a la que hemos aprendido a servir desde esta columna. Por ello, al cerrar el año, cabe intentar describir la que llamamos sociedad convergente como el mejor destino para todos los orientales.

La nación, como tal, debe de ser una o no es. La sociedad en que vivimos y luchamos muestra elementos de fractura o, por lo menos, fisuras en su estructura social y política que van mas allá de las naturales diferencias y matices.

Voces y actitudes públicas de agentes principalísimos llevan alarma y preocupación a quienes somos, a la vez, protagonistas y testigos del diario devenir, de la cotidiana construcción de la opinión, de la conducción cívica. Algunos, a partir de posiciones filosóficas profundas, otros en el posicionamiento político estratégico. Ambas tendencias, perfectamente legítimas en el libre plano de la opinión, pero con eventuales consecuencias negativas para la unidad nacional.

Si la sociedad debe de ser una, los esfuerzos de todos deben de propender al fortalecimiento de esa unidad, de ese común denominador que, a determinada altura, debe de cuajar en sabernos y sentirnos como algo indivisible y sólido.

Particular atención debe de prestarse a las corrientes de pensamiento que insisten en la promoción de la denominada "lucha de clases", visión de la realidad que conspira contra esa unidad nacional que creemos necesario fortalecer.

Si trasladamos esta teoría a una expresión gráfica, debemos pensar que propone un análisis socioeconómico que se concreta en líneas paralelas que, por definición, nunca se encuentran, nunca hallan un punto de articulación en un camino sin esperanza.

Si a ello agregamos que quienes así discurren preconizan además la destrucción de una clase -la empresarial- por la otra -la de los trabajadores-, advertimos no sólo la falta de realidad de dicho postulado sino también el factor de disolución, de destrucción que conlleva.

Sabemos que se trata de un pensamiento antiguo, superado por la experiencia histórica, de muy difícil fundamentación y que además es seguramente minoritario entre nosotros. Ello no impide que alertemos sobre sus consecuencias negativas para todos. La oposición de intereses entre trabajadores y empresarios es natural y obvia, surge de la naturaleza de las cosas. Lo que no resulta una conclusión lógica es que de ello se concluya en un antagonismo sin remedio, en un fatalismo de lucha sin esperanza de paz.

No cuesta mucho imaginar, en lugar de las líneas paralelas a que aludíamos, una proyección gráfica de caminos convergentes que, a cierta altura, coinciden.

¿Cuál es ese punto de encuentro en el que obreros y patrones llegan a un plano común? Pues la prosperidad y el éxito de la empresa de que se trate, la meta del suceso material del emprendimiento. Es a partir de esa mejora que las partes en competencia -no en lucha- podrán satisfacer sus legítimos reclamos de mejor salario unos y de más rentabilidad los otros. Esta conclusión es inatacable y de una lógica de hierro apenas se mire y comprenda la realidad del mundo del trabajo tal cual es.

No se agota en el mundo de las relaciones laborales ese concepto de convergencia social. Reina supremo en la función de gobierno.

¿Qué otra cosa sino bisagra de los múltiples intereses que animan en la sociedad debe de ser el gobernante? En materia de regulación social, de ordenamiento de las posiciones encontradas a veces o meramente disímiles otras, es que se debe de ejercer el poder. No se logrará por supuesto la total satisfacción de los peticionantes, pero quien gobierna surgido de la legitimidad democrática y ejerciendo el poder en similar forma, representa el objetivo de la unidad nacional.

Este camino no es fácil y quizás nunca se logre perfeccionar el funcionamiento social hasta ese punto. Pero comprenderlo, desear hacer lo posible para que sea una meta común, es imperativo.

La crisis que recién comenzamos a vivir será muy grande. A las dificultades económicas seguirán ineludiblemente las sociales, concretadas en menos trabajo, menos consumo, retracción y achicamiento. Si a ello agregamos la sequía, cuyas consecuencias se sentirán hasta la próxima primavera en temas tan cotidianos como la falta de alimentos y la consiguiente carestía, vemos que la hora es para tomar dos caminos. O el de la desesperación, la crispación y la profundización de los antagonismos, o la de sacar de este mal un bien, que es comprender y actuar en función de una convergencia social que nos encamine no sólo salir del trance sino también, y no menos importante, a asumir un nuevo paradigma social.

Con este sueño de esperanza, que nunca nos ha abandonado, cerramos estas notas del año que fenece. Que sean unas palabras, en estos días tan propicios a la reflexión personal y familiar, las que cantaron los ángeles sobre la cuna de Belén: "Gloria a Dios y Paz a los hombres".

El País Digital






Luego de haberlos hecho en todos los barrios de la capital, el miércoles próximo -el 10 de diciembre- se realizará en Carrasco a las 20 horas el último de los actos de "Unidad Nacional" correspondientes a este año. Será en la plazoleta ubicada en la intersección de las calles Costa Rica y Alejandro Schroeder. Las listas "33" y "21", las listas del "wilsonismo" y del "lacallismo", invitan a escuchar al senador Francisco Gallinal y al próximo presidente de la República, el doctor Luis Alberto Lacalle.



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Asimismo, informamos que Gallinal y Lacalle hablarán, por última vez en este año, una semana después. Será el miércoles 17 de diciembre a las 19 y 30 horas en el EXPRESO de Pocitos (Avenida Brasil y Benito Blanco). Convocamos a escucharlos al finalizar un año tan importante, de tanta incidencia para el futuro de nuestro país. Cuando se inició Luis Alberto Lacalle no era candidato, eran otros los actores. Hoy se perfila como el más probable ganador de las contiendas electorales a realizarse el año que viene.

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