En Punta del Este la onda es detectar a los famosos

En Punta del Este la onda es detectar a los famosos






La Barra concentra toda la marcha en Punta del Este
Allí, centenares de adolescentes persiguen a los famosos
Pero éstos se dejan ver poco, apenas algunos minutos en cada lugar, y se van a las fiestas privadas







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HORACIO AIZPEOLEA Punta del Este. Enviado especial
En la entrada al Union Bar hay grandes vidrios esmerilados que no dejan ver el interior. Los vidrios tienen estrellas, como una tela estampada, donde sí hay transparencia. Por esos resquicios, dos chicas espían la intimidad de la disco-bar. Apoyan sus ojos sobre las estrellas. Una de ellas estampa luego sus labios. Acaba de descubrir a un modelo de la agencia Ricardo Piñeiro.Angela -una chica de 18 años que vive en Belgrano y mantiene una deuda de materias escolares virtualmente impagable- dice que no está cazando famosos y que sólo se trató de un exabrupto. Hay que creerle. Primero, porque las caras famosas pasan por La Barra sin ser acosadas. Segundo, porque casi no hay caras famosas.Pero, ¿dónde están esos famosos, entonces? Digamos que están enfrascados en una suerte de guerra relámpago. Esta blitzkrieg consiste en escaramuzas de menos de media hora por distintos lugares. Un trago aquí, otro allá, saludos y otro trago más allá aún. El modelo Iván de Pineda es el mejor combatiente. Según se escucha, las fiestas privadas concentran a las caras conocidas.Patricia y su hermana mayor están en el UFO Point. Las dos, de pantalones ajustados que terminan en las pantorrillas y musculosas. Voy a estudiar diplomacia. Quiero viajar aunque no aceptaría ir a lugares peligrosos como Bosnia, dice Patricia, que con 19 años ha logrado infiltrarse en este bar de veintipico para arriba. Mientras cuenta sus planes en la barra esperando un daikiri (10 pesos), aparece Iván de Pineda (de jeans, zapatillas y buzo así nomás). La chica mira de reojo, con discreción y disimulo, se autoimpone algo así como debo ser natural, me da lo mismo que esté él o cualquier otro. Apenas se va el modelo, Patricia pierde la compostura: no resiste y le clava la mirada. Para todos los gustosEl UFO Point está en una esquina de La Barra. Alcanza su cenit entre las dos menos cuarto y las tres y media de la madrugada. Es sólo para beber, conversar, mirar, y descansar si se tiene la fortuna en esa hora pico de ligar un sitio en los cómodos sillones. Unas mil personas pasarán a lo largo de la noche. La entrada es gratuita aunque gentilmente tamizada por un chico. La restricción responde al espacio del lugar -no más de 200 personas-, aunque, cualquiera tampoco entra. Sea por su pinta o por su edad. 28 años up, dice Hernán, el relacionista público.Esta limitación de edad, suena a tiro por elevación que cruza la calle y pega en el Union Bar. Rivales y vecinos. Como los estadios de Independiente y Racing, pero en La Barra. La proximidad los enfrenta pero también los alimenta: durante la noche, como las corrientes migratorias de chicos irán una y otra vez de un lado a otro.El Union Bar se reivindica para sí como la única disco-bar de La Barra. La frase le pertenece a su RR.PP. Marcelo Zemborain. Con 22 años de temporada en Punta del Este, dice que acá podés bailar música que no se baila en las discotecas, como pop, soul o acid jazz, o si querés, sólo tomás algo -11 pesos la entrada con consumición, 6 dólares la cerveza-. Vienen chicos pero también los padres de los chicos. El tiro es devuelto al otro lado de la calle.Una chica con un aro en la nariz de donde sale una cadenita que termina en una de las orejas. Otra con el pelo moderno y raro, musculosa negra, pollera negra larga y ajustada, sandalias negras con plataforma altísima. Otra anda de jeans gastados, zapatillas y una remera blanca con la cara del cantante Beck. En la barra hay una artista plástica inglesa. Laura, la pequeña mesera, es poeta. Afuera, pero en territorio del bar, dos hermanos y un español revelan los secretos del calendario maya. Hay diversidad en el Union. También aparece Iván de Pineda.A las 5 de la mañana cierran las discotecas. Empieza el peregrinaje hacia Punta del Este. Muchos compran medialunas en Medialunas calentitas. En Altrónica, un bar de Internet de La Barra, sólo queda el chico encargado, una rubia sentada escribiendo en un anotador, y un francés que le escribe un e-mail a un amigo marsellés. Arroba punto com, enter. Esta noche estuve en La Barra, mañana no sé. Michel. Send.
clarin