De: "Rubens Stagno"
Estimado Rubens;Estoy finalizando un libro sobre la familia Norbis, me gustaria saber si alguien a traves de la red tiene fotos o anecdotas, sobre la empresa funebre Norbis para poder agregar dicha informacion al libro.Les envio una entrevista que realizo Carlos Estefanell a los descendientes de la empresa cuando esta cumplio años y habla sobre su fundador mi tatarabuelo Alfonso Norbis...saludos,Dr. Jorge Pedoja Norbis Diario el Telegrafo 31 oct 1982 - Pagina 9
HISTORIA DE UN CORONEL GARIBALDINO
LA GUERRA Y LA PAZ
En 1870, a solo cinco años de la heroica resistencia de Paysandú, un Paysandú que había quedado casi en escombros, llego a esta ciudad un inmigrante suizo-italiano, en cuyo pecho habían lucido tres medallas ganadas en riesgosas acciones de guerra, como coronel del Ejército del líder de la Unidad Italiana , Giuseppe Garibaldi.
Como todos los inmigrantes y, principalmente de Italia, el ex Coronel garibaldino había llegado al Uruguay en busca de mejores horizontes de vida, de mejores posibilidades económicas y al poco tiempo se estableció con un negocio de carruajes de alquiler, al que en homenajea su nueva patria, le dio el nombre de “Cocheria Oriental”.
El sitio elegido fue un inmueble sito en la esquina sureste de la calle Uruguay y Queguay (hoy: Dr. Luís Alberto de Herrera), haciendo cruz con el centro Pelotaris, y en la actualidad residencia del Sr. Don Miguel Serra.
Y bien; aquel inmigrante se llamaba: Alfonso Norbis, y su físico de fuerte complexión denotaba asimismo su firmeza de carácter. Un hombre, en suma, trabajador y con el espíritu de empresa característico de su raza.
Allí pues, puso su negocio, que contaba al iniciarse con solo dos carruajes con los que comenzó una etapa, si se quiere, incierta, dada la situación por la que atravesaba nuestro país y el estado en que aun se encontraba Paysandú, ya en vía de reconstrucción. Porque los sanduceros, sostenidos –como siempre– por el espíritu y el empuje de sus hombres –15 años después de la gloriosa defensa– daban el ejemplo de un renacer de labores y esperanzas, al organizar su primera Exposición Industrial, e inaugurarla el 22 de enero de 1880, en la histórica Plaza Constitución.
Era la respuesta de un pueblo admirable que en vez de ponerse a llorar sobre los muros derruidos, renacía para escribir la otra epopeya: la del progreso. Porque los lamentos no caben en el pecho de los héroes. Y a solo tres lustros del drama del “ 65” , ahora organizaba una Exposición Industrial, allí, en el mismo sitio donde antes un periodista entrerriano solo pudo observar “un montón de ruinas, aljibes llenos de cadáveres, y sobre un piano a un joven al que las balas le habían arrancado las manos junto con las teclas. Ese joven improvisaba melodías en medio del fuego enemigo”.
Don Alfonso Norbis, - ex Coronel de Garibaldi-, luce en esta foto 3 medallas ganadas en acciones de guerra.
PROGRESO SOBRE RUEDAS
Y don Alfonso Norbis, hombre conocedor de lo que era la guerra por haberla vivido como uno de los protagonistas de la otra gran epopeya, seguramente, muchas veces tiene que haberse detenido a contemplar, asombrado, las ruinas que aun quedaban en 1870 –época de su llegada– , y mudos testimonios del valor y de la dignidad cívica.
Y sumando esfuerzos al de los sanduceros progresistas, y no sin sacrificios, a pocos años de su iniciación comercial, traslada su negocio a un inmueble mas amplio, sito en la calle Sarandi , al lado de la hoy, Seccional 2ª. de Policía. Ya para esa época contaba con un mayor numero de unidades como cupe, americanas, victorias y minores con llanta de goma, y cada una, en concordancia con las posibilidades económicas de la clientela, fuese para una boda o para el desplazamiento dentro del radio urbano, o bien de la campaña de nuestro departamento.
Por otra parte, una sabia administración y un trabajo constante, habían dado a su empresa un giro comercial apreciable. Y cuando el laborioso Sr. Norbis, unió su destino al de doña Ana Ferraris, esta trabajo a la par de su esposo mientras iban llegando los hijos.
Y como don Alfonso Norbis basaba su prestigio comercial en tres principios, a saber: caballerosidad, respeto y eficiencia, al periodo de calle Sarandi, se sumo un tercero. Y fue, cuando habiendo adquirido un predio en calle 18 de Julio, hizo construir un amplio edificio de dos plantas. Una alta, la destino a su residencia familiar, y la baja para negocio y la caballeriza.
Este edificio cuyas características aun, en parte, se conservan, se levanto en la acera norte, entre las calles 33 Orientales y Asamblea (hoy: Setembrino Pereda), al lado de la Librería de don Mariano Comas. Más concretamente: 18 de Julio 919, según la numeración de aquella época.
EL DESTINO: NOVELISTA LOCO
De manera que, donde hoy existe la Boutique “Kaluma”, fue instalada la administración, y donde en la actualidad se encuentra el restaurant “El Águila”, que en aquel entonces era un enorme galpón, se ubico la caballeriza. Y me confía Carlos Norbis – de quien recojo estos datos–, que aun, y debajo del lambriz que adorna las paredes de “El Águila”, se conservan las argollas a las que se ataban los caballos.
Porque conjuntamente con su nuevo edificio, el Sr. Norbis, aparte de la Cocheria , había inaugurado también una Empresa de Servicios Fúnebres, el 18 de mayo de 1883, y por lo tanto dentro de unos meses cumplirá los ¡100 años de existencia! Y la que, por el hecho de haber permanecido en manos de una misma familia durante cuatro generaciones, se ha transformado en la más antigua del país, según también me lo confirma mí entrevistado, bisnieto del fundador, e hijo de Antonio –“Tono”– Norbis –ambos herederos– ; del espíritu de empresa que unió a la familia fundada por aquel inmigrante suizo-italiano.
Pero, el destino –que es un novelista loco– y después de tantos sacrificios, decreto la muerte prematura de don Alfonso Norbis.
Y como había tenido la suerte de contar a su lado con una noble y laboriosa mujer, fue doña Ana Ferraris de Norbis, la que continúo al frente del negocio, en esa lucha en la que alternaba sus tareas hogareñas, con la administración de los bienes. Tareas en las que también, y al estilo de aquellas italianas de antaño, se mostraba incansable.
En este aspecto, me ha relatado, la Srta. Elvira Bell Guereño, que era común observar a doña Anita, ya atendiendo el negocio, o bien puliendo los metales de los arreos de lujo, o sacándole brillo a los bronces, o rezongando con unos pardos que le pegaban al trago, y se le dormían en los rincones, bien escondidos de la vigilancia de la patrona.
Luego, cuando falleció la señora Ana Ferraris de Norbis, la firma paso a girar bajo la razón comercial “Norbis Hermanos”, integrada por don Antonio, Américo y Rómulo, siendo el principal accionista, - diríamos hoy -, el primero de los nombrados que poseía 7 partes de la totalidad de la Empresa.
Y así sucesivamente, la empresa y por el lógico paso del tiempo se continuo de padres a hijos, hasta que se hizo cargo Antonio – “Tono” – Norbis, quien en la actualidad, y conjuntamente con uno de sus hijos, Carlos – que ha tenido la gentileza de recibirme en su despacho, y narrarme esta historia–, prosigue con aquel negocio fundado, luego de la Cocheria , en 1883.
Firma a la que, si se le suman los años en que don Alfonso se estableció con su cochería, en 1870, totaliza 152 años de actividades comerciales.
LOS TRABAJOS Y LOS DIAS
Paysandú, en aquel tiempo de fines del siglo pasado, contaba con varias cocherias, y al pasar el tiempo, la invención de los vehículos “autopropulsados” –entre los que se contó Henry Ford, a partir de 1892–, hizo pensar a algunos propietarios en la necesidad de adquirir, por lo menos, una unidad de prueba. Y de esta manera, Gabriel Guereño, propietario de la Cocheria Bella Vista , sita en 33 Orientales y Ayacucho, compro en 1909 un “Studebaker”– que en la actualidad y totalmente restaurado, conserva mi buen amigo Enrique Olivera–.
Un año después, la empresa Norbis , adquiría un “Spa” –que según me lo enseña Carlos Norbis – , esa marca respondía a la sigla: “Sociedad Piamontesa de Automóviles”.
Como lo indica Ricardo Marletti Strada, el primer automóvil llego a Paysandú, el 7 de agosto de 1901, y lo trajo con intención de “rifarlo”, el joyero don Pascual Carosella” (Paysandú en Escorzo Histórico, p. 279).
Contemporáneamente al coche de los Norbis, la Sra. Casimira Maia de Farinha, adquirió un Ford, en 1910, y fue quizás la primera mujer en manejar un auto por estas calles de Paysandú (“El Telégrafo”, Suplemento del 27.7.1980. Articulo de Enrique Sánchez. Edición 70aniversario).
Según también me lo confió la Srta. Bell Guereño , el coche de su tío, fue empadronado con el numero 16, y el de los Norbis con el numero 18. Luego del “Spa”–me narra Carlos Norbis – la empresa trajo un “Pope”, que mas tarde se quemo, aunque fue conservado durante muchos años”.
Y según Juan Carlos Heros, el “Spa”, protagonizo acaso el primer accidente, en la esquina de 18 de Julio y Queguay (Dr. de Herrera) cuando en 1916, atropello al prestigioso vecino, el Sr. Ugarte, quien dada la magnitud de las heridas, falleció poco después.
También me narra mi entrevistado que, por aquellas épocas anteriores a la “era del automóvil”, la Empresa alquilaba sus carruajes, a veces, por un año o más, a distintas familias de la sociedad sanducera. Porque el stock de la firma de don Alfonso Norbis, ascendía a 28 coches de todo tipo.
En cuanto a la Empresa Fúnebre , comprendia carrozas algunas francesas de gran lujo, decoradas con alegorías alusivas a la muerte, y a la solemnidad de los sepelios. Carrozas que eran tiradas por 4 o 6 frisones empenachados, cocheros y palafrenes vestidos de gala, según la categoría contratada.
Era una época, la de antaño, en que el luto constituya una severa tradición, llegando, a veces, a casos extremos, en que vestían de negro riguroso, las viudas se encerraban por un año, hasta llegar al “medio luto”, y aun hasta las casa llegaban a lucir cortinas también negras, y los zaguanes entornados. Costumbres, todas estas, que los tiempos modernos han simplificado, ya que la muerte nada tiene de trágico, porque es una consecuencia lógica de la vida, un simple final y cierre de un ciclo, como el que cumplen todos los seres del universo.
Nacer, vivir, y morir. Eso es todo. ¿Para que más?...
CARLOS ESTEFANELL
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