DE ESO NO SE HABLA-BLACKBIRD

De eso no se habla
Crítica. “Blackbird”. Malena Solda y Patricio Contreras componen a dos personajes que se reencuentran tras un abuso.

18.08.2011 | Por Nara Mansur Especial Para Clarín Podria interesarte
Malena Solda Patricio Contreras Una historia de amor. Toda su vida estuvieron esperando este momento. Una y Ray se encuentran después de quince años y asistimos a una situación única en la que van poder decirse todo, y los espectadores seremos testigos privilegiados.

Blackbird apuesta a contar la excepcionalidad de una historia. Los personajes habitan un rincón de una de las “tantas” empresas, de una de las “tantas” ciudades, de uno de los “tantos” países, arrasados por el capitalismo; sus destinos reflejan el de todos aquellos habitantes de este mundo donde ni siquiera es posible una tragedia amorosa.

El director, Alejandro Tantanian, uno de los artistas más camaleónicos de su generación –recordemos su paso por el Periférico de Objetos, la escena off, los shows musicales- elige el texto del escocés David Harrower, quien también ha versionado textos de Anton Chejov y Pirandello. La puesta en escena se vive como una aventura, entre la ensoñación del amor romántico y la necesidad del ajuste de cuentas al culpable (si lo hay). Una (Malena Solda) y Ray (Patricio Contreras) entran a una oficina sucia llena de papeles y restos de comida en el piso, y allí se quedarán. Qué situación excepcional la que se representa, hechos extraordinarios del pasado para los que no tenemos código ni moral con los que confrontarlos. Ni juzgarlos.

Hace tiempo que el arte reconoce la necesidad de ser una creación conjunta entre artistas y espectadores. Entonces el dramaturgo suspende los hechos, el gran hecho del pasado al que no podemos clasificar con claridad: ¿abuso, amor, accidente? Y esto, a la par del malentendido que vamos a ¿resolver?: “¿Con cuántas otras nenas de doce años tuviste sexo?” Blackbird es teatro de la palabra, de diálogo encarnizado. Interrogatorio, confesional, son todas maniobras del discurso. Ella es un fantasma y él, un hombre que se cambió la identidad. El abuso se comete en todo caso a la palabra amorosa: palabra abusada, palabra mediada por los otros: abogados, médicos, padres, compañeros de cárcel. No quedan palabras desde donde hablar el amor, para reconstruirlo quince años después. Palabras entrecortadas con violencia, frases huecas, disculpas. Los personajes se interrumpen continuamente y las frases se arman con fragmentos de las palabras de ambos. “No tengo nada que decir. No tengo que escuchar.” Los actores han construido sabiamente sus personajes dejando atrás las obviedades: no hay nada erótico ahí, no hay nada visible que nos haga pensar que esos personajes se amaron, que se pueden llegar a amar, que hubo tal nivel de fuerza, de voracidad sexual. Los han construido desde la negación -diríamos-, como una zambullida en la muerte que de alguna manera comenzaron a vivir cuando “aquello” pasó. Borraron las evidencias y sólo están sus palabras.

Estamos muy cerca de ellos: el escenario se ha achicado y se convierte en una franja estrecha por donde se desplazan (muy eficaz el concepto escenográfico de Oria Puppo). Al fondo hay una pared de chapa pintada de rojo sobre la que se proyecta, al inicio, en grandes letras Blackbird , y más tarde comienzan a aparecer allí mismo imágenes difíciles de precisar: nidos que se deshacen, tal vez... para al final dar paso a los mirlos revoloteando y la canción de los Beatles; sólo unas frases de la canción, se apaga todo y vienen los aplausos: “Estuviste esperando este momento para levantar el vuelo”.


Blackbird
drama Autor David Harrower direccion Alejandro Tantanian Elenco Patricio Contreras, Malena Solda sala Ciudad Cultural Konex, vier a dom
Muy buena


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clarin