FUTBOL DE CANCHITA,CAMPITO,DE CUORE,

Fabián Puentes, un uruguayo que reside en España, realizó un imperdible retrato al delantero uruguayo y lo grabó para que se pueda ver todo el proceso de creación.
[Conocer más]
Soy celeste! Una canción para alentar a Uruguay
10 Comentarios | Comentar | Compartir |
En medio de la emoción tras la victoria ante Argentina por penales y la clasificación a la semifinal de la Copa América, nada mejor que escuchar esta canción de "Pitufo" Lombardo, repleta de emoción y sentimiento.
[Conoc

De: osf121@adinet.com.uy [mailto:osf121@adinet.com.uy]
Enviado el: lunes, 18 de julio de 2011 03:48 p.m.
Para: stagnor@netgate.com.uy
Asunto: Re: [RED-PAT-PAY] RED(3245)OTRO PATRIMONIO: 16 de julio jalón de una leyenda

Comparto con el Sr. Vernengo sus conceptos. Yo, auqnue mujer, tuve una infancia de pelota de trapo. Cuando aparaeció en el barrio una de tiento, teníamos que tratar bien al dueño, porque si se enojaba se iba con la pelota. Pero lo más importante que me quedó a mí, fue el sentimiento de rebeldía que tienen los de "abajo" cuando los de arriba te quieren pisar. Yo también hincho el lomo y saco afuera la fuerza que nos da la vida, cuando tenés que pelearla día a día.

Saludos Olga Flores

……………………………

----Mensaje original----
De: stagnor@netgate.com.uy
Fecha: 18/07/2011 13:16
Para:
Asunto: [RED-PAT-PAY] RED(3245)OTRO PATRIMONIO: 16 de julio jalón de una leyenda

OTRO 16 DE JULIO
CRONICA DE OTRO JALÓN DE UNA LEYENDA

El fútbol no es para mi el centro del mundo, pero si forma parte de mi mundo.
Nací y crecí jugando al fútbol, en las calles de mis barrios, en los campitos, o en canchitas con arcos que hacíamos con piedras y ropa amontonada. Con pelotas de trapo, sí, con pelotas de trapo hechas con medias de mi madre o de mis tías; con pelotas de goma de $0,35; o con pelotas de un aproximado número 5, que cerraba su boca con tientos amenazantes. Cuando usábamos las vacaciones para jugar hasta las últimas luces, resistiendo las tinieblas.
Soy de la generación de los protagonistas del 50, con sus cargas de hazañas, de fracasos, del frustrante tiempo de siempre sentirnos los mejores, que se trasladó del fútbol a otros ámbitos mayores.
Pero el fútbol ha sido parte de mi vida, y porque no, sigue emocionándome y cuando veo una camiseta celeste o una con un bolsillo tricolor, siento una sensación irracional de partícipe.
Y el sábado, cuando muchos creían que seríamos testigos de una muerte anunciada, fuimos testigos de un jalón más de una leyenda, la de arruinar la noche a muchos que se merecían que se las arruináramos; y a cientos y cientos de miles que duele arruinárselas.
Pero lo de la noche del sábado no fue hazaña por ganar en los penales -aunque su mérito tenga-, sino de cambiar el partido. Con 11 parecía que el mundo se nos venía abajo; y con 10, después de algunos balbuceos, pusimos el mundo boca arriba.
Los números y las estadísticas dirán algunas cosas, pero esos 10 y los que ingresaron, dieron vuelta el partido, y todos los que alguna vez vibramos en una cancha, sentimos las fragancias de una nueva proeza.
Los nuestros hoy día forman parte de un mundo de dólares, euros, monedas de oro mexicanas, y de todas las élites del deporte espectáculo, el más grande del mundo.
Pero los argentinos, en su inventario, encabezan esas élites y ese mundo de fantasía, con proceratos del Barsa, del Madrid o del Inter, lo más graneado de la realeza del fútbol.
A los jugadores uruguayos -tampoco a los argentinos- estos partidos les importan por los dólares o euros, pero hay algo detrás que llega de aquellos, mis y sus campitos, y de una realidad que supera el siglo.
Yo no voy a tener el mal gusto de cargar a los jugadores argentinos, pero en los nuestros pesó que no éramos favoritos, y que cuando quisieron pasarnos por encima, afloró una rebeldía donde fueron protagonistas caracteres, entregas y todo el fútbol acumulado.
La crónica especializada realizará juicios y hasta números con decimales para calificar los méritos.
Todos se jugaron todo, pero yo, un hincha entre tantos, quiero destacar como símbolos a dos: a Muslera, de quien muchos reclamamos su sustitución; y de Palito Pereira, ese flacucho de barrio, que quedó exhausto de tanta entrega y vergüenza.
Quizás no salgamos campeones -ojalá lo seamos-, pero lo del sábado entró a formar parte del baúl, donde atesoro con fruición más alegrías que tristezas.

HECTOR VERNENGO


_______________________________________________
RedPatrimonioPaysandu mailing list
RedPatrimonioPaysandu@todoserver.net
http://lists.todoserver.net/mailman/listinfo/redpatrimoniopaysandu
Otros adjuntos (< 1 KB)
1405584367.txt