COLORADOS Y BLANCOS PIENSAN EL 2014 SEGUN EL OBSERVADOR-PRENSA

blancos y colorados piensan su estrategia para los próximos meses del año, al tiempo que se van preparando para las peripecias electorales que los esperan más adelante.
Por lo pronto, una de las cosas que diferencian al Partido Nacional y al Colorado es la intensidad de los tironeos internos que abundan entre los blancos –y pueden llegar a molestar– y faltan en el Partido Colorado, lo que puede llegar a convertirse en un serio problema.
Por otro lado, hasta ahora fue el Partido Nacional y –más precisamente el sector de Jorge Larrañaga (Alianza Nacional)– el que logró que el Parlamento aprobara algunas de sus iniciativas y que el gobierno modificara otras (ver apunte).
“Antropofagia”
En el Partido Nacional hay coincidencia acerca de que estos son días propicios para exigirle al gobierno que cumpla los acuerdos partidarios firmados por el presidente Mujica con la oposición (Educación, Energía, Salud y Medio Ambiente).
Larrañaga continúa un poco más predispuesto a respaldar aquello que crea conveniente, y el sector de Luis Alberto Lacalle (Unidad Nacional) está un poco más jugado a trancar fuerte contras las iniciativas del oficialismo
Y, mirando la interna blanca, las cosas se presentan más competitivas de lo que estaban hasta no hace mucho tiempo.
Larrañaga tiene que asentar su predominio en el ala wilsonista del partido que, hasta ahora, se ha alineado detrás de él con muy pocas fisuras. Lo acompaña una bancada de 15 parlamentarios y la mayoría de los intendentes blancos de todo el país. Con ellos, a corto plazo pretende favorecer un pacto nacional sobre el sistema de enseñanza.
“La educación es la revolución de los pueblos y el arma de nuestros jóvenes”, dijo Larrañaga a El Observador. El líder blanco también quiere apurar al gobierno para que ponga en práctica propuestas ya aprobadas sobre seguridad pública como el reforzamiento de la Guardia Republicana y el pasaje de militares a la Policía.
Con relación al futuro de la interna nacionalista, Larrañaga consideró positivo que el partido se agrande con nuevos sectores, pero advirtió: “Habrá que tener cuidado de que el internismo no nos fragilice. Se trata de crecer hacia fuera y no de hacer antropofagia interna. Los adversarios están afuera”.
Como competidor interno más visible, Larrañaga tiene al senador Luis Alberto Heber (Unidad Nacional), quien asumió la presidencia del Directorio blanco luego de que Luis Alberto Lacalle renunciara a su puesto y a la posibilidad de ser precandidato presidencial.
En la interna del viejo Herrerismo se ha creado una situación que puede llevar a una exitosa renovación pero también existe la amenaza de una atomización de su tronco histórico. Por lo pronto, el diputado Luis Lacalle Pou (Aire Fresco) no tiene ningún apuro en definir su futuro y terminará apoyando al precandidato que más le convenza y que mejores posibilidades le otorgue de llegar al Senado. También el diputado José Carlos Cardoso está planeando abrir su propio grupo si las cosas no funcionan bien en el Herrerismo.
Heber quiere que esta vez le toque a él representar electoralmente al grupo que durante años tuvo como candidato a Lacalle. Y, para eso, quiere mostrar un partido más cercano a las reivindicaciones de los sectores sociales.
“El Partido Nacional ha impulsado desde hace mucho tiempo, en reiteradas oportunidades y sin demasiado éxito, la inserción de sus militantes en las organizaciones sociales, fundamentalmente, los sindicatos de trabajadores y gremiales estudiantiles”, dijo Heber.
Por otra parte, en los últimos días se anotó en la carrera el senador Jorge Saravia, quien retorna al Partido Nacional tras participar del Frente Amplio desde el 2002. Saravia quiere acumular el apoyo de dirigentes blancos y colorados en torno al sublema Concertación Republicana Nacional.
“Vamos por el nuevo Partido Nacional. Con esta herramienta queremos construir un nuevo proyecto de país. Vamos por el gobierno”, declaró Saravia a El Observador en clara referencia a su decisión de enfrentar a las dos grandes corrientes partidarias.
Firmas
A caballo de la campaña de recolección de firmas para bajar la edad de imputabilidad, el Partido Colorado no tiene otra tarea más importante que juntar las firmas que habiliten un plebiscito junto a las elecciones de 2014.
Si logra llegar a las 250 mil firmas necesarias –o, mejor, si las supera con holgura– no solo logrará ese objetivo puntual sino que le servirá como demostración de fuerza en su afán de convertirse en el principal partido de la oposición.
Si no llega a la meta será un golpe para sus pretensiones futuras.
“(Nuestra prioridad) resulta obvia: las firmas para mejorar la seguridad pública. Y en segundo lugar el constante deterioro que sufre la educación”, manifestó El Observador el líder colorado Pedro Bordaberry.
Pero Bordaberry (Vamos Uruguay) también tiene entre sus planes a mediano plazo el proceso de actualización ideológica –que se concretará a través de Congresos en todo el país– con el objetivo de aggiornar a esa colectividad pero rescatando sus postulados históricos.
Bordaberry quiere terminar con ese “preconcepto” de que el Partido Colorado es una fuerza de “derecha” y pretende empujarlo hacia el centro apelando, entre otras cosas, a la reivindicación de los postulados de José Batlle y Ordóñez de defensa de los que menos tienen.
Además, Bordaberry se muestra como el representante de una generación que maneja hábilmente las redes sociales de internet y las utiliza para ponerse en contacto con sus posibles votantes.
El punto débil del Partido Colorado puede estar en la falta de otra ala fuertemente competitiva. Si bien la Propuesta Batllista (PB) del senador José Amorín tiene dos senadores, la presencia mediática de Bordaberry y la diferencia que le sacó en las urnas en la pasada elección amenaza con jugarle en contra.
Sobre todo cuando en la interna nacionalista las cosas no están definidas y, según parece, habrá una fuerte competencia antes de saber cuál será el candidato único.
El presidente Mujica ha acusado a la oposición de poner palos en la rueda de su gobierno, lo que ha provocado la reacción de blancos y colorados.
Pero quien más crispa a la oposición es el ex presidente Tabaré Vázquez. Tal vez porque durante su gobierno la relación con los opositores fue poco menos que pésima.
Y tal vez porque dentro de tres años es probable que lo deban enfrentar de nuevo para impedir que retorne al poder y se convierta por segunda vez en el presidente de todos los uruguayos.



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