Por Gerardo Rozín

Por Gerardo Rozín
Pie y remate
Estoy podrido de la televisión que se ríe de sí misma. Estuvo bien, era necesaria, no era lógico que la pantalla fuera tan pacata y estructurada, pero ya está. Me cansó. Es hora de que la televisión vuelva a mirar un poco más lejos de su ombligo.
Estoy podrido de la televisión que se ríe de sí misma. Estuvo bien, era necesaria, no era lógico que la pantalla fuera tan pacata y estructurada, pero ya está. Me cansó. Es hora de que la televisión vuelva a mirar un poco más lejos de su ombligo.

Me gustaba que un cómico dijera un pie, y el otro acercara un remate. Y los jubilados de La Tuerca. Y las imitaciones de Artaza. Y Emilio Disi preguntando “¿ésta es la cola para el teléfono?”. Me encantaría que se me pegara algún latiguillo nuevo. Desde hace más de veinte años a nadie se le graba una frase con la fuerza del “éramos tan pobres”.

Quiero ver un sketch sobre los floggers. Y a Nito Artaza actuando su extraordinario Néstor en la cama con Cristina. Y una sátira sobre lo que debe hacer un argentino para conseguir monedas para el bondi. Me divierten los cómicos con pelucas, los guiones con latiguillos y los comediantes que saben hacer la pausa cuando entran a escena como si supieran con exactitud cuanto dura un aplauso de bienvenida.

El humor nuevo casi no ve la calle. Comenta la tele, las modas culturales y hace reír desde el absurdo. Me encanta, pero no es más que una idea sobre los programas de humor, una observación sobre el género.

La televisión debe construir otra vez ese espacio que le devolvió a los argentinos un reflejo de sí mismos. De derecha o de izquierda, más fino o más grosero, desde Matrimonios y Algo Más hasta la Noticia Rebelde, o desde Operación Ja- ja a Hiperhumor, la televisión se tomaba el trabajo de mirar la realidad cotidiana y dibujar su caricatura.

Ahora sólo le importa mostrar sus propias gracias, y sus pequeños errores. No se ríe de los nuevos conflictos de la sociedad ni mucho menos del poder. Debe ser un buen negocio, aunque habría que pensar para quién.