CHARRUA( uruguaya ,oriental o yorugua)------------------la primer CHARRUA( uruguaya ,oriental o yorugua) que fue jurado del Metropolitano de Tango y del Jurado Mundial ,por merito propio,ahora seleccionada como "maestra reconocida mundialmente",dara un Seminario de Alta Intensidad en el Mundial.No solo es futbol mundial el Uruguay."Tanguera Ilustre de Buenos Aires" "Condor de Oro de San Luis,Argentina....Quien es? L.L. pasion,voluntad y tecnica.Tecnica,voluntad y pasion.Abriendo caminos para Uruguay,embajadora cultural de este Paisito que es un gran Pais con mayuscula. -- Ver .The one,

viernes, 10 de julio de 2009

Batllismo

El impulso de Uruguay
Enviado por: "Tomas Miller" tomasmiller@miller.jazztel.es
Mié, 8 de Jul, 2009 5:31 pm


La generación del 45 planteó la cuestión de la orientación política futura a
seguir por Uruguay, en vista de los grandes cambios que se produjeron en el
mundo y en las circunstancias del país por esa época, entre otros la caída
del Imperio Británico del que formábamos parte de hecho. La historia de
Uruguay en los últimos 60 años es la de esa búsqueda. Una de las respuestas
más acertadas, en mi modesta opinión, es la que menciona Carlos Real de Azúa
al comienzo de su libro "EL IMPULSO Y SU FRENO -Tres décadas de batllismo y
las raíces de la crisis uruguaya", es decir, la necesidad de superar la
mentalidad pequeño burguesa y su filosofía racionalista, individualista,
hedonista, que estaba en la base del Batllismo, y de reconocer la naturaleza
trascendente del hombre y la dimensión trágica de la historia. Se ha
avanzado bastante en ese sentido, pero todavía queda mucho por hacer, y hay
que evitar caer en la tentación de soluciones fáciles como sería la de
entrar en la órbita de alguna de las potencias actuales en desmedro de un
crecimiento armónico del país integrado en su entorno natural rioplatense y
latinoamericano, y acorde con su tradición humanista y democrática. Cito a
Carlos Real de Azúa:

"...si se lanza la pregunta: ¿por qué se detuvo el impulso progresivo que un
partido -el Batllismo- imprimió al Uruguay en las primeras décadas de este
siglo?, tanto las dificultades metódicas como las reacciones pasionales se
presentarán en bandada. Para comenzar con las segundas, muchos fieles que
ese partido conserva, y sobre todo los remanentes de su "guardia vieja",
negarán tajantemente la realidad de hecho que ya supone la interrogación;
otros señalarán -altivos, desentendidos- que si la cuestión es pertinente es
porque el país no fue fiel, o bastante receptivo, a los postulados y a la
acción de Batlle.

"Muy recientemente, un historiador norteamericano, Milton Vanger, en su
sólida monografía: "José Batlle y Ordóñez: the creator of his times"
(Harvard University Press, 1962) retorna en cierta manera a la posición
original. Pero si su actitud, debe decirse, resulta saludable en cuanto a
reivindicar la libertad creadora y la contingenciade la acción política; si
posee eficacia polémica contra algunos estereotipos de impregnación pseudo-
marxista, difícil es, con todo, considerarla definitivamente persuasiva.
Esto es por lo que soslaya -es probable que a causa de un imperfecto
conocimiento de nuestro siglo XIX- la muy especialísima nación americana que
el Uruguay, a lo largo de esa centuria, fue siendo.

"Pero antes de esbozar sus rasgos hay que volver a la interrogación. La
interrogación -precisábase- , es la de por qué se frustraron ciertos
movimientos que a principios de siglo dieron la pauta de algunas naciones
iberoamericanas. Resulta lógico, entonces, fijar cuál era esa pauta, qué
significaba el "progresismo" (o lo "progresivo" que, por muchas razones, que
resultaría aquí ocioso explicar, preferiríamos) .

"...hay probablemente una serie de rasgos, difusos pero efectivos, que hacia
esos tiempos reclamarán el término de "progresista" para un régimen que se
asiente en zona céntrica operiférica del mundo. Son, por ejemplo, el
reemplazo de las estructuras militares por las civiles; de las
agrario-campesinas, por las urbanas e industriales. O la sustitución de
vínculos desde lo comunitario y estamental a lo individual y contractual. O
la de las pautas desde lo espontáneo e intuitivo a lo racional y deliberado.
O la de los valores, desde lo religioso y tradicional a lo científico y
"moderno". Y en el caso de las entidades nacionales globales, resultará
también el "progresismo" la disipación (parcial o total) de muchos trazos
diferenciales del "ente-nación" , su relevo por patrones deliberados y
ubicuos de humanitarismo universal, de solidaridad e identificació n sin
fronteras. De alguna manera, paradójicamente, esta corriente de apertura no
parecerá contradictoria con el esfuerzo por romper los lazos que mediatizan
a tutela y explotación extranjera numerosas naciones, lo que implica más
allá del puro formalismo político de la independencia, devolverle al pueblo
de cada comunidad tanto la libre elección de su destino como el pleno
disfrute de sus riquezas.

LA LÁMPARA EMPAÑADA

"Utopía". "Welfare State". "El laboratorio del mundo". "La Suiza de
América". "El Paraíso de los
locos" (también). Hasta nuestros días -prácticamente- la singularidad
extrema del cuadro
político-social uruguayo ha atraído atenciones (a veces minuciosas), ha
despertado fervores, ha
suscitado animadversiones en apariencia desproporcionadas a nuestra entidad
como nación. Si la
opinión progresiva mundial adhirió a los primeros rótulos (de los que
algunos fueron de factura
local), los intereses conservadores anglosajones se apegaron, en algún
momento, y con fruición, al
último, sin duda craso y malhumorado. En los años que corren, estudiosos
extranjeros (caso de los
norteamericanos Simon Hanson, Philip Taylor y Milton Vanger, del inglés
George Pendle, del
sueco Göran Lindhal) han parecido de nuevo ganados a una fascinación que se
creía disipada, por
más que en ellos ésta se haya vertido en estudios rigurosos. (Aunque sea un
rigor que no descarte a
veces implicarlos tan plenamente en la circunstancia nacional como si fueran
uruguayos cabales).

"Resulta muy probable que cierta candidez partidario-patrió tica sea muy
capaz de ilusionarse con
tales síntomas. Cabe observar, sin embargo, que el interés de estos
universitarios -todos del área
noratlántica- es esencialmente científico y que hoy es el mundo entero el
que se encuentra bajo el
lente hurgador de temas para una fabulosa producción de tesis académicas. Y
ese propio
comprometerse en el asunto manejado que todos aquellos atestiguan, puede ser
sólo una expresión
de la creciente universalizació n de los dilemas políticos fundamentales.
(Una "universalidad"
bastante transparente en el Uruguay y, sobre todo, en el período que ellos
estudian).

"Cuatro o cinco exóticas golondrinas, entonces, no hacen verano y, si
hubiéramos de trazar una
curva: la de la publicitación de la originalidad uruguaya, sus trazos más
altos se encontrarían
mucho más atrás. Digamos, alrededor de la tercera década del siglo, en las
"entre-deux- guerres", a
veinticinco años de nuestra situación. Más adelante poco se halla y lo que
se ofrece cambia de tono,
pasa de lo ditirámbico a lo neutro y de lo neutro a lo aprensivo. Incluso,
vale la pena marcarlo, un
libro tan equitativo como la excelente monografía de George Pendle sobre el
país perdió, desde la
segunda edición su aprobatorio subtítulo de South America's first Welfare
State.
¿Qué es lo que ocurre (o lo que ya ha ocurrido)?

"No me cabe duda de que fue en el Uruguay que tal reflujo del orgullo y la
confianza comenzó y,
obviamente, él no podía haberse iniciado en otra parte. Pero retrazar su
curso es, a la vez,
endiabladamente fácil y difícil para quienes -como el que esto escribe- tal
proceso ha sido el
centro mismo de su experiencia de lo nacional.

"En realidad, cuando cayó el Batllismo en 1933, barrido por un golpe de
Estado tramado, empujado
desde sus propias filas, el Uruguay, que había contribuido a modelar, estaba
demasiado cerca como
para jerarquizar lo sustancial de lo accidental. La división ideológica
mundial se había hecho -por
otra parte- demasiado acuciosa y en el frecuente azoramiento y confusión en
que ella hizo caer a
las minorías responsables del mundo marginal, el dualismo violento del
Batllismo y sus rivales
triunfantes se mediatizó esencialmente al conflicto de democracia y
totalitarismo, de fascismo y
antifascismo, de dictadura y legalidad en que aquélla se desplegaba sin
matizaciones. Mal momento
entonces para apreciar la impronta uruguaya del Batllismo tal ruido y tal
furia, tal inyección de los
cerebros con lemas tan ambiguos y estridentes (lo que no quiere decir que
siempre vacíos de toda
sustancia).

"Por eso fue después de 1945 -una fecha que suele aceptarse como hito
simbólico de emergencia
de una nueva generación- que empezaron a verse el, o los problemas. Cuando,
disipada la
amenaza más contundente, los móviles ideales de la contienda universal
revelaron su endeblez y
una promoción ideológicamente más relativista advino, el tema de la
estagnación de la vida
nacional -recién entonces- comenzó a organizarse.

"Porque esa fue la primera evidencia: estancamiento, lasitud, involución,
raquitismo escondido de
todo lo que se nos había mostrado tenso y uberoso. El mismo diagnóstico de
nuestros países, que
los economistas del desarrollo comenzaban a esbozar en esos años, se hizo
presente para nosotros
en todas las manifestaciones de la vida nacional. Todavía no se desplegaba
la triste elocuencia de
las cifras y de porcentajes pero, por delante de ellas, todo cobraba una
apariencia de fraude, de
presunción, de quiero y no puedo, de complicidad vergonzante y equívoca. Era
lo mismo si
mirábamos lo político ("la democracia perfecta") que lo social ("el
laboratorio del mundo"), que lo
cultural ("la Atenas del Plata"), que lo económico ("el país pequeño pero
rico").

"Como en el apólogo del medioevo español, nadie parecía atreverse a decir de
"los burladores que
ficieron el paño" que nuestro orgulloso país estaba mucho más desnudo de lo
que pensaba, que
muchos (ya) sentíamos frío.

"Este estado de ánimo fue creciendo y los hechos mismos lo empujaron. Como
la inteligencia clama
por explicaciones, muchas se dieron de lo que se veía en torno. Algunas de
ellas, es difícil negarlo,
cargaron demasiado las tintas, por aquello de que en el principio de estos
estados de conciencia es
siempre la autoflagelació n desmedida. Y también es claro que por su
importancia histórica, por
estar de nuevo en el candelero orondo y sin complejos, se idearon varias
imputando en el Batllismo
la responsabilidad de lo ocurrido en ese decisivo primer tercio de siglo.

"Para la crítica marxista, la revolución nacional burguesa
(pequeño-burguesa) que el Batllismo
representó, fue demasiado endeble para dejar pasar a la revolución
proletaria que la hubiera
completado; a veces, también, parece aflorar subconscientemente la opinión
contraria: esto es, de
que fue demasiado perfecta, demasiado conclusiva como para franquear con
facilidad a lo que
considera su debido epílogo. Para todos los que a las estructuras miraron,
el no tocar el
latifundio, el congelar la organización agraria fue el pecado mayor. Para
otros (parece ser la
sustancia de un reciente planteo de Germán Rama) el ser un movimiento de
clase media, de
pequeña burguesía, cargó al Batllismo de las limitaciones, las
contradicciones, las inviabilidades de
cualquier proceso por ella asumido. Para muchos menos (es el diagnóstico de
Servando Cuadro y
de Roberto Ares Pons) la debilidad esencial no estuvo tanto en las
estructuras como en la
inspiración filosófico-cultural de ese Uruguay aluvial y no sólo batllista:
el racionalismo, el
individualismo, el hedonismo ramplones que la informaron, el desconocimiento
de "la naturaleza
religiosa y trascendente" del hombre, la ceguera a la dimensión trágica del
mundo y de la historia.

"Alguno recordó la frase de un penetrante exilado boliviano: por ir más
adelante nos habíamos
quedado más atrás, lo que quizás pueda explicitarse que esclerosándonos en
una relativa, aceptable
forma no contábamos con la maleabilidad de otros países de nuestro
continente, más ricos,
infinitamente más ricos que nosotros no sólo en riquezas materiales sino en
capacidad de empuje,
aventura y esperanza, también más capaces de saltar desde su barbarie a la
edad de la
automatizació n y la organización de masa que nosotros, que este Uruguay
envarado en su raída
elegancia de 1920. Y todavía otros (pienso en Arturo Despouey) insinuaron la
deficiencia de una
perfección -o una excelencia- "circuidas": Montevideo contra el telón de un
país intocado: el
Uruguay (entero) sobre el trasfondo de una Hispanoamérica encadenada y
dramática.

"Pues como lo probarían las dos últimos hipótesis, fue justamente en el
contraste con ella que,
paradójicamente, las que habían parecido seguras calidades comenzaron a
resultar ceguera,
egoísmo, vanidad, fundación sin raíces y hasta sin tierra nutricia en la que
asentarse.

EL IMPULSO Y SU FRENO -Tres décadas de batllismo y las raíces de la crisis
uruguaya
Carlos Real de Azúa. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental, 1964
foro Rodelu

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