Los artistas Ghierra,Focacccio,de Uruguay

FoccacioLos artistas realizan sus propias campañas hacia las municipales
Tríptico. Alfredo Ghierra encabeza una propuesta que reúne tres muestras


JORGE ABBONDANZA

El entusiasmo y la alegría creadora deben ser aliados de todo proyecto utópico. Porque apostar al futuro es un operativo que se alimenta de esas fuerzas y se origina en la capacidad de juzgar el presente con ojo crítico, para saltar así de lo real a lo ideal.

La exposición encabezada por Alfredo Ghierra en la sala mayor del Subte (Plaza Fabini, hasta el 23 de mayo) se inauguró una veintena de días antes de las elecciones municipales y se titula jacarandosamente "Ghierra Intendente". Por eso en la puerta de ingreso se le entrega al público una hoja idéntica a las listas de votación, encabezada por Ghierra ("no quiero tu voto, sólo que mires") debajo del cual figuran los nombres de los 84 amigos asociados a la idea. Ese espíritu burlón puede servir para demostrar al visitante que un artista plástico armado de cierta lucidez, cierto humor y cierto arrojo, es capaz de competir ventajosamente con los candidatos políticos, que como se sabe prometen mucho y cumplen poco.

Lo que Ghierra armó con el apoyo de varios colegas que colaboran en la iniciativa, es una visión del Montevideo posible (¿o deseable?), una forma de "hablar de la ciudad desde otras miradas", como él dice en su catálogo, para combatir "el maltrato y la desidia de los habitantes", sin ignorar temas apremiantes como "la miseria y la ignorancia", apropiándose así de la ciudad "aunque más no sea por mirarla".

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Que esa propuesta se exhiba en plena campaña electoral, y en una sala municipal, confiere un doble interés no sólo a las ideas que maneja en fotografías, planos, paisajes digitales, textos y diapositivas, sino también a la flotante ironía que envuelve esa contribución de los artistas, destinada a que el público -y los políticos- contemplen y reflexionen.

DESPUÉS DE LA FANTASÍA. Al recorrer la muestra, esas imágenes sugieren lo que podría ocurrir con una vieja azotea si se la tapizara de césped, el valor que tendría un recurso arquitectónico para armonizar dos fachadas contiguas, lo que surgiría de un reciclaje imaginario para embellecer las irregularidades del entorno, o lo que la fantasía puede añadir a una costa real con la presencia de una isla inexistente. Antes de volcar su atención a estas visiones montevideanas, Ghierra dedicó durante años su virtuosismo de dibujante a edificar sobre el papel ciudades fabulosas, con notable detalle para enriquecer esos paisajes llenos de extravagancias de estilo, donde la futurología se codeaba con la evocación medio febril de perfiles del pasado.

Allí estaba el germen de esta preocupación por otra ciudad -la verdadera, donde todos vivimos- cuyo despliegue en el Subte está presidido por la cúpula luminosa que ocupa el centro de la sala, igual que un altar mayor.

La gracia zumbona, pero respaldada por una mirada directa a la realidad, también condimenta la exposición ubicada en la sala menor. Se trata de la instalación colectiva Menú Latex, coordinada por Diego Focaccio, en la que figuran once destacados miembros de la nueva generación del arte visual. Hay que celebrar el jubiloso desenfado con que esos participantes manipulan los profilácticos -que son protagonistas del trabajo- convirtiéndolos en un ramillete ornamental (como las decoraciones para cumpleaños), llenándolos de agua para servir de pecera o sembrando con ellos un suelo minado (como los "miguelitos" en una ruta). Nada mejor que el impulso satírico para espantar toda solemnidad y despojar al adminículo de su función sanitaria, dándole los destinos ocurrentes que dicta la imaginación. A todo ello se suma la travesura de Mauricio Pizard en la diminuta Sala XXS, para que esta visita al Subte Municipal se convierta en una gozosa experiencia.

Sumatoria: La ironía y la lucidez imperan en la muestra que recoge el aporte de otros artistas.


El País Digital