CHARRUA( uruguaya ,oriental o yorugua)------------------la primer CHARRUA( uruguaya ,oriental o yorugua) que fue jurado del Metropolitano de Tango y del Jurado Mundial ,por merito propio,ahora seleccionada como "maestra reconocida mundialmente",dara un Seminario de Alta Intensidad en el Mundial.No solo es futbol mundial el Uruguay."Tanguera Ilustre de Buenos Aires" "Condor de Oro de San Luis,Argentina....Quien es? L.L. pasion,voluntad y tecnica.Tecnica,voluntad y pasion.Abriendo caminos para Uruguay,embajadora cultural de este Paisito que es un gran Pais con mayuscula. -- Ver .The one,

lunes, 5 de abril de 2010

Charruas,indigenas de Uruguay

Artículo de Daniel Vidart sobre los indígenas de Uruguay
Enviado por: "Tomas Miller" tomasmiller@miller.jazztel.es tomasmiller
Lun, 5 de Abr, 2010 9:58 am


Interesante artículo de Daniel Vidart, publicado en el suplemento "Bitácora" del diario La República. También ha sido divulgado a través de la Red Patrimonio Paysandú.

LOS INDIOS ERA "MUY PENETRANTES"

Acerca de los charrúas, el cuplé de La Catalina y los "planchas ignorantes, fascistas, clasistas y discriminatorios" .

En una antología que realizó el maestro Firpo sobre el disparatario escolar, uno de sus alumnos escribió que "los indios eran muy penetrantes" Parece que lo siguen siendo. Porque de tanto en tanto se alborota el avispero de los charruólogos y charruófilos a raíz de afirmaciones efectuadas por académicos non sanctos o por traviesas voces populares, como en el caso del cuplé de La Catalina.

El saber y el creer

Los investigadores y estudiosos censurados por los "descendientes de caciques charrúas", que así se proclaman algunos entusiastas indianistas , son aquellos que, al atenerse a los comprobados (y escasos) datos de la historia y de la etnografía, no recurren a etnocentrismos excluyentes sino a inducciones científicas. Entre ellos figuran Padrón Favre, Pi Hugarte, González Rissotto, y yo mismo, desterrado por los defensores de nuestra identidad amerindia al Index. En efecto, al censurar los excesos de los fundamentalistas, eché a caminar el término Charrulandia. Entonces los virtuales habitantes de este territorio mítico me declararon persona no grata.

Una mención especial merece Diego Bracco, cuyo libro Charrúas, Guenoas y Guaraníes, ejemplo de pulcritud intelectual y documentación cuidadosa, debería ser leído por los que, entre otros disparates , le meten música a sus "reconstrucciones" de las orquestas charrúas .Todos esos pretendidos rescates del acervo cultural de aquellos aborígenes son pura fantasía. Esos pocos pero activos pescadores de tradiciones "indígenas" poseen una envidiable imaginación. Lo malo es que andan de pueblo en pueblo y de escuela en escuela haciéndoles creer a las ingenuas maestras y a los inocentes chiquilines que además de ser los verídicos difusores de una venerable herencia se han convertido en los infalibles guardianes de las raíces autóctonas de nuestra identidad nacional. Y que todo testimonio arqueológico, desde las pictografías de Chamangá a los zoolitos rituales de Rocha, desde los cerritos del Este al antropolito de Mercedes, desde las placas grabadas a las puntas cola de pescado son relictos de la "civilización" charrúa, integrada por indios ejemplares, ética e intelectualmente muy superiores a los componentes de las otras etnias indígenas y, por supuesto, a los conquistadores y sus descendientes criollos. Hay quienes destacan la importancia de las matemáticas, arquitectura y astronomía charrúas. Que lo diga, si no, Renzo Pi, a quien le reprocharon en cierta ocasión su ignorancia de estos relevantes logros culturales.

La piedra del escándalo

En el cuplé que ha provocado esta polvareda los muchachos de Agrarrate Catalina cantan lo que sigue:"Acá estaban los charrúas,/pura garra y corazón,/puro corazón y garra,/poca civilización. /No te hacían edificios / ni ninguna construcción, /no tenían calendario,/ no tenían plantación./Lo más revolucionario/ en el plano cultural/ fue una cuerda con un palo,/ era el arco musical.No tenían sacerdotes,/ no tenían religión/¡Pero no tenían nada,/la puta que los parió!

Los descendientes de charrúas y un renombrado arqueólogo han puesto el grito en el cielo al escuchar o leer estas cuartetas. En algo tienen razón, y yo los acompaño. Y digo así porque si bien el cancionero murguista apunta a lo burlesco y a lo cómico, no creo que pueda agregar mucho a su crítica el insulto gratuito. Mandar a "la puta que los parió" a los charrúas, o a quien fuere, desborda la intención carnavalesca de cualquier repertorio satírico y cae en lo soez. La función moralizante del cancionero murguista, pese a lo tosco o avinagrado del lenguaje, viene desde muy atrás. A ello me referí en mi libro El espíritu del Carnaval, fundándome en los datos del folclorólogo francés André Varagnac.

Estamos de acuerdo.Los pueblos errabundos no podían levantar edificios, ni habitar construcciones permanentes, ni organizar calendarios como el maya, el juliano o el gregoriano, pero sí tener esteras portátiles que oficiaban como paravientos , erigir tumbas de grandes bloques pétros - en el cerro el Minuano , por ejemplo, hay varias dispuestas en semicírculo- y ,por añadidura, medir el tiempo mediante las lunas, cuyas fases permiten establecer un sistema inteligible y seguro para pautar el tiempo.

Quienes hemos trabajado con prudencia y honestidad en estos temas en ningún momento desestimamos la vida espiritual de los charrúas, que la tuvieron como la tienen en la actualidad tribus de "salvajes" - esto es , gentes de la selva - ricas en mitos y pobres en artefactos. Aprendamos a relativizar nuestras escalas de valores "occidentales y cristianos" y a comprender las ideas y conductas del Otro.Los "diferentes" también nos ve a nosotros como tales. Hay que globalizar la comprensión y dignificación mutuas de

todas las culturas del planeta azul, nuestra depredada Tierra.

Unas gotas de antropología

Una cosa es lo que se canta en el Carnaval, tiempo de desenfreno, de escándalo, de denuncia, de travestismo, de mundo al revés, y otra la que surge de la labor intelectual realizada con espíritu y método científicos. Ello nos permite ubicar en la estantería cultural el repertorio de mentefactos y artefactos de esa etnia de cazadores superiores que originariamente, léase esto dos veces, nomadizaban en las regiones que hoy pertenecen al Oriente Argentino, al Estado brasileño de Río Grande do Sul y una pequeña parte del Uruguay. Cuando arribaron Solís, Magallanes, Gaboto y Ortiz de Zárate encontraron a los charrúas situados en la zona sudoccidental de nuestro actual país. Ello contradice una vieja visión autoctonista. Los charrúas no fueron los indígenas fundacionales y perpetuos defensores de la totalidad del territorio oriental, ni cosa parecida. Solo las imaginaciones románticas o el desconocimiento histórico pueden proclamarlos de nuestra exclusiva propiedad demográfica, geográfica e identitaria.

Pero, volviendo al tema , y cinchando parejo con Pepino ( así le llamamos cariñosamente los antropólogos a López Mass) tan convencido estoy de la existencia de un complejo acervo cultural intangible que escribí un libro, El Mundo de los Charrúas, en el cual, sin agrandarlos ni achicarlos, recurrí a los datos entonces disponibles de la etnohistoria, hoy ya modificados, para describir y valorar sus géneros, estilos y formas de vida, propios de nómadas apeados primero y ecuestres después, luego de la doma del caballo. Por su parte el acceso a la carne vacuna transformó drásticamente los hábitos alimenticios de aquellos impenitentes recolectores y cazadores.

Si comparamos la vida social y cultural de los charrúas con las de sus primos Tehuelches y Mocobíes, sobre quienes hay un acopio igual o mayor de datos, advertiremos que efectivamente tenían religión y creencias de diverso tipo, incluyendo las mágicas, que no desconocían el chamanismo, que la vida cotidiana estaba regida por normas morales, no semejantes a las nuestras, que su sabiduría ambiental era intensa y pragmática, que sus repertorio técnico era sumario pero eficiente, que poseían cosmovisiones y mitos que otorgaban sentido a su existencia y explicaban, a su modo, los fenómenos de la naturaleza.

Entrando en materia

En Sudamérica, al tiempo de la invasión ibérica, a cargo de España y Portugal, los recolectores- cazadores, que Cooper denominó "narginales" , nomadizaban al este de la línea que va desde la isla de Marajó, en la desembocadura del Amazonas, a la de Chiloé, en el extremo sudocciodental de Chile. En las zonas selváticas intertropicales vivían las tribus semi-itinerantes de plantadores de mandioca. Y en la región andina y adyacencias costeras se ubicaban los agricultores y criadores de auquénidos, fundadores de las altas culturas hidráulicas, cuya arquitectura colosalista, asentamientos urbanos e instituciones políticas y sociales los ubicaba en los dominios de la civilización. Quienes creen que ser civilizado es tener escritura se equivocan. La historia factual no necesita de la historia escrita para ser hija y madre a la vez de las sociedades humanas, y solamente las humanas, porque la naturaleza física y biótica no tiene historia.

Los charrúas, como dije, poseían una intensa vida espiritual, tal como también reconoce Lopez Mazz , Sus juicios de valor, con los que valpulea a los integrantes de La Catalina, y de los cuales es dueño y señor -yo no quito ni pongo rey- han provocado una tempestad mediática en la pacata aldea de San Felipe y Santiago.

No puede pedirse un cabal conocimiento de la etnohistoria al letrista de La Catalina. Lo que sucede es que poco o nada ha pervivido de los andamiajes culturales de los charrúas anteriores y posteriores a la conquista, de sus creencias en el mas allá y costumbres en el mas acá y, sobre todo, de su lengua, llave maestra de toda cultura. No llegan a cien las palabras sobrevivientes. Eso para nada sirve. Es el gozne solamente, no la puerta. Y esta, si procuramos forzarla, se abrirá ,infructuosamente, sobre un espacio vacío.

Por su parte Cotelo procuró ofrecer una justificación de lo que se dice en el cuplé. No le gustó que López Mazz tratara a los integrantes de La Catalina de "planchas ignorantes", cuya burla de los charrúas, y por extensión del charruismo que late en parte del imaginario colectivo de nuestra gente, expresa una actitud "clasista, fascista y discriminatoria" . Cada cual sabe dónde le aprieta el zapato. Es esclavo de lo que dice y dueño de lo que calla. Yo no intervengo pos sí o por no en los juicios de valor que se han instalado en esta discusión, ni deduzco tercería como árbitro o tribunal de alzada. Esta no es mi pelea.

Indiadas, indianatos e indiamenteas.

Lo que diré a continuación irá sin duda contra las nociones escolares y las imaginaciones del común de las gentes. Voy a referirme, pues, a las áreas habitadas por las distintas tribus y unas poquísimas características distintivas de los indígenas que ocupaban la superficie del futuro Uruguay cuando llegaron las primeras carabelas, aquellos cisnes oceánicos poetizados por Hegel.

Los charrúas constituían una minoría situada en una pequeña porción al sudoeste de nuestro actual territorio. No es posible fijar límites precisos. Estos guerreros del tronco Pámpido o Patagónico, de muy oscura piel, cuerpo recio y alta estatura extendían sus vastos y originarios dominios del lado occidental del río Uruguay, sobre todo en Santa Fe, en la Mesopotamia y en la Pampa, puesto que Schmidel revela que lucharon contra Mendoza cuando la primera fundación de Buenos Aires( 1536). También los había en Río Grande do Sul. Guaraníes del tronco amazónico, los chandules, ocupaban el Delta del Paraná (Carapachay) y partes imprecisas de los litorales del bajo Uruguay y del alto río de la Plata. Sus cerámicas de muy buena factura -los charrúas no lograron nunca nada parecido - se han encontrado a orillas del río Santa Lucía. Mas tarde, los guaraníes tapes aparecieron en el este uruguayo, formando la última camada arqueológica en los cerritos de los indios. Los achaparrados yaros, descriptos por el padre Sepp, eran tal vez de origen láguido, del tronco paleoamericano. Ocupaban las dos riberas del río Uruguay medio. Por su lado los chaná-timbú-beguá , canoeros, pescadores y plantadores al igual que los guaraníes, tenían alto porte y se les supone un producto metamórfico del mestizaje entre pámpidos y láguidos. Lopes de Sousa llamó al Solís Grande Río de los Beguaes. Estos indígenas, cuyas cerámicas gruesas presentaban motivos zoomórficos, se extendían también a lo largo del río Uruguay. El resto del territorio era el hábitat de los guenoas, guinuanes o minuanes, a los que Bracco relaciona con los constructores de cerritos y yo supongo de filiación pámpida. Tenían estatura "prócer" según Larrañaga, lo que los distinguía de los tapuya, esto es, los que no hablaban el guaraní, señalados como los remanentes de una etnia imprecisa(¿los arachanes?) cuyas sucesivas oleadas habían levantado los cerritos en los que serían luego nuestro país y Rio Grande do Sul. Buena parte de tales tapuyas tal vez provenía del área sambaquiana -el sambaquí es un amontonamiento de conchas de moluscos- que ocupaba una buena parte de la costa atlántica brasileña meridional. Existen por lo menos tres sambaqui cubiertos por la arena en el litoral rochense, a los que identificamos hace ya muchos años con el recordado Taddei, cuando andábamos subiendo y bajando dunas gigantescas por aquellas soledades.

¿Cuál fue el destino de los ocupantes de los cerritos durante los siglos XVI y XVII? ¿Los exterminaron los indios nómades?¿Quienes ? ¿Los aprisionaron los portugueses para esclavizarlos en las minas y en los ingenios azucareros?¿Murieron a raíz de fulminantes epidemias? Solo es posible hacer conjeturas. Es notoria la falta de documentos sobre estos neblinosos tiempos.

El grueso de los charrúas se instala en el Uruguay.

Ferozmente combatidos en la Argentina, los charrúas se trasladaron masivamente a nuestro territorio recién en el siglo XVIII. A principios de ese siglo, como veremos, los guenoas, aliados con los guaraníes misioneros, lucharon contra los charrúas. Lo que nuestros manuales históricos no cuentan es que genoas( o minuanes) y charrúas se llevaban muy mal. Mientras que éstos, a partir de la fundación de Colonia en 1680 y los establecimientos riograndenses sureños, comerciaban preferentemente con los portugueses, vendiéndoles esclavos y contrabandeando ganado, aquellos se aliaban para combatirlos, ya con los españoles, ya con los jesuitas misioneros, o con ambos a la vez. Finalmente, los guaraníes , presentes en las arreadas de ida y vuelta desde la Vaquería del Mar hacia las estancias misioneras y constructores de las murallas de Montevideo, donde mil tapes trabajaron por un sueldo irrisorio, se descolgaban desde las Misiones Jesuíticas, en goteo constante, cimarroneando, para unirse a las bandas de "mozos perdidos" o refugiarse en las tolderías charrúas. Cuando la Misiones fueron abolidas por Carlos III en 1767, una despavorida migración de 30.000 guaraníes cristianizados, eurotecnificados y fuertemente aculturados, se distribuyó entre la Mesopotamia argentina y la Banda Oriental. Ellos no solamente fueron los nominadores de los accidentes geográficos de nuestro territorio sino también los fundadores de una cultura ganadera y agrícola en el Uruguay profundo. En cuanto a la alianza postrera de minuanes y charrúas, combatidos duramente por el abuelo de Artigas y por Artigas mismo cuando era blandengue, luego de haber sido su juvenil aliado en el contrabando de ganado al Brasil, configuró el trasunto de un desesperado pacto defensivo entre antiguos enemigos para subsistir ante el implacable avance de la "civilización" . Los despreciados "infieles" pelearon guapamente y unidos murieron en despareja lucha contra los criollos de Fructuoso y Bernabé Rivera, a los que - y esto poco o nada se dice- se le sumaron los guaraníes de Lavalle en las matazones de Salsipuedes, Cueva del Tigre, Quebracho y otros sitios de Paysandú, mi departamento natal.

¿Qué es eso de la garra charrúa?

Cuando se realizaron las olimpíadas en Amsterdam y Colombes , allá por los años veinte, los cronistas deportivos le recordaban a Nasazzi, Petrone, Scarone y a otros descendientes de italianos y españoles, o al negrito Andrade, que sacaran a relucir la garra charrúa. Nada tenían de charrúas aquellos esforzados y dignos futbolistas, tan distintos a los de hoy en día. Se trata, en suma, de un mito nacional como otros tantos. Y si nos trasladamos a las luchas armadas en tiempos de Artigas, que no es el fundador de la nación uruguaya sino el campeón de la Confederación de las Provincias Unidas, no fueron los tornadizos charrúas, que entraban y salían según su voluntad de los ejércitos patriotas, sino los heroicos guaraníes de Andresito, los que pusieron los muertos, y éstos se contaron por miles. Por entonces los charrúas y minuanes no llegaban a juntar más de quinientos guerreros. Y cuando Artigas se exilió en el Paraguay ningún charrúa lo siguió y sí doscientos valerosos y fieles negros, cuyos descendientes viven aún en Laurelty y Cambacuá, donde celebran el 6 de enero la fiesta de San Baltasar. Y que también siguen tamborileando.

Un lento, cruel y sostenido exterminio

Falta en este resumen una larga mención sobre el exterminio sistemático de los charrúas a quienes en el combate del Yi, hacia el 1702, los guaraníes misioneros y guenoas , con "vocas de fuego" y una despiadada degollatina final, le infligieron medio millar de bajas, muchas más que las ciento y pico de las Salsipuedes y sitios adyacentes acaecidas en 1831. Estos genocidios y posteriores etnocidios dan para decir mucho mas, pero hoy no disponemos de espacio ni tiempo para narrarlos. Ni tampoco para dar cuenta de la catástrofe que instaló entre los indígenas de toda laya la difusión de las epidemias comunes entre los invasores europeos, que mataron más gente que las armas. Los episodios de este dramático exterminio son más importantes, por cierto, que la doméstica querella entre un distinguido arqueólogo y una murga de mi flor.

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