CHARRUA( uruguaya ,oriental o yorugua)------------------la primer CHARRUA( uruguaya ,oriental o yorugua) que fue jurado del Metropolitano de Tango y del Jurado Mundial ,por merito propio,ahora seleccionada como "maestra reconocida mundialmente",dara un Seminario de Alta Intensidad en el Mundial.No solo es futbol mundial el Uruguay."Tanguera Ilustre de Buenos Aires" "Condor de Oro de San Luis,Argentina....Quien es? L.L. pasion,voluntad y tecnica.Tecnica,voluntad y pasion.Abriendo caminos para Uruguay,embajadora cultural de este Paisito que es un gran Pais con mayuscula. -- Ver .The one,

lunes, 5 de abril de 2010

A propósito de la Pascua FACUNDO PONCE DE LEÓN

A propósito de la Pascua
FACUNDO PONCE DE LEÓN

Cuando le trajeron a la mujer adúltera para que la condenara, Jesús estaba sentado en el piso y escribía algo en la tierra. Nadie sabe lo que decían las inscripciones, ni si eran palabras o dibujos. "Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra" dijo para referir a la lapidación que le tocaría a la mujer según la ley. Al levantar la vista del suelo, vio que todos se habían retirado menos ella. Incorporándose Jesús le dijo: "Mujer, ¿dónde están?" (pregunta que prueba lo absorto que estaba en sus diseños que ni siquiera notó que se retiraron todos), "¿Nadie te ha condenado?". Ella respondió: "Nadie, Señor". Jesús le dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más". (Evangelio de Juan, capítulo 8)

Antes de comenzar la Pasión que lo llevaría a la cruz y lo mataría, Jesús se retiró a rezar solo. Le pidió a los discípulos que lo esperaran despierto pero se quedaron dormidos. Estaban en el huerto de Getsemaní en el monte de los olivos. Jesús sabía que lo esperaba el secuestro y la muerte y así fue, Judas le besó la mejilla delatándolo ante el ejército que venía a arrestarlo. Murió crucificado y resucitó al tercer día. Esa resurrección es lo que se celebra este domingo en todas las iglesias católicas del mundo. Lo increíble que nos parece este hecho no debería hacernos olvidar que no se trata sólo de la resurrección de la muerte física.

Volvamos a la mujer adúltera e imaginemos el momento en que la agarran del brazo para llevarla a que la juzguen. Técnicamente ya estaba muerta, el peso de la ley iba a caerle en forma de piedras. Es bastante probable que en el camino haya recibido también varios insultos y los pesados ojos sociales de la condena. El hecho de haber sido perdonada la salvó de la muerte y la enfrentó a la dura tarea de volver a empezar. Imaginémosla regresando a su casa, dejándose caer en la silla por toda la tensión vivida y sabiendo que mañana había que salir, de vuelta, a vivir.

El quid de la prédica de Jesús, y esto vale también para quienes no creen que es el hijo de Dios, es haberse dado cuenta que entre nuestro nacimiento y muerte física, volvemos a nacer varias veces. Abandonar el hogar, jubilarse, comenzar una relación, terminar otra, entrar en la adolescencia, salir de ella, cambiar de trabajo, olvidar y recordar, seguir o negar una vocación, entrar en estados de tristeza o confusión, partir... En todos estos casos necesitamos renacer y toda persona se topa más de un vez con esta posibilidad de barajar y dar de vuelta. (Y no solo las personas, también los pueblos renacen, pensemos en la pascua judía que celebra la partida de Egipto bajo la guía de Moisés.)

Jesús vio que la única manera de hacer de esta condición antropológica algo pleno y profundo era a través de dos acciones primordiales: perdonar y ser perdonado. Una persona que recibe el perdón está recibiendo una invitación a volver a empezar del mismo modo que una que lo da está ofreciendo una oportunidad.

La importancia social de este mecanismo es absoluta: mientras que la ley necesita que todos seamos iguales para poder así juzgar nuestros actos, el perdón introduce la diferencia, salvando a la persona a pesar del acto cometido. El perdón no exime nunca el robo o la mentira, sino que perdona al ladrón y al mentiroso. Al dar o recibir este perdón, la persona trasciende sus actos para recomenzar. Nunca perdonamos algo, siempre perdonamos a alguien.

Cada ser humano es más que los actos que realiza, esto parece extraño hoy, que todo el mundo se presenta en función de los logros tangibles que realiza. Pero somos más que lo que hacemos, y ese plus es misterioso, por eso Jesús no dio recetas sino parábolas. Si supiéramos qué es ese plus sabríamos todo. Y si todo lo sabemos ya no tiene sentido el perdón ni la resurrección.

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