CHARRUA( uruguaya ,oriental o yorugua)------------------la primer CHARRUA( uruguaya ,oriental o yorugua) que fue jurado del Metropolitano de Tango y del Jurado Mundial ,por merito propio,ahora seleccionada como "maestra reconocida mundialmente",dara un Seminario de Alta Intensidad en el Mundial.No solo es futbol mundial el Uruguay."Tanguera Ilustre de Buenos Aires" "Condor de Oro de San Luis,Argentina....Quien es? L.L. pasion,voluntad y tecnica.Tecnica,voluntad y pasion.Abriendo caminos para Uruguay,embajadora cultural de este Paisito que es un gran Pais con mayuscula. -- Ver .The one,

domingo, 13 de febrero de 2011

Laura Legazcue elogia El Cisne Negro,con actuacion de Maria Noel Riccetto,uruguaya.Poda en Montevideo

Laura Legazcue elogia El cisne Negro donde la uruguaya Maria Npel Riccetto hace duplencia a la primera actriz Portman.
Laura Legazcue fue alumna de Eduardo Ramirez ,tambien de la Escuela Nacional de Danzas en el periodo de la Graham,de Hebe Arnoux (Ballet de Tolouse,France) y viajo por experiencias a conocer a Alicia Alonso,en Cuba.
--
Inspiradaguionista-influencia en esta cinta.

Natalie Portman ya ha ganado el Globo de Oro a mejor actriz por Black Swam y lapelñicula tiene 5 nominaciones a los Oscar, incluyendo mejor película, director y actriz (Portman).

“Pensé que eso era muy interesante porque esta película es, en muchas formas, una exploración del ego de un artista y esa especie de atracción narcisista para consigo mismo que es al mismo tiempo repulsión.” (Natalie Portman

En Ozonomag-La vida es un ballet

maria noel con julio bocca

Conversar con ella es tan deleitable como verla bailar. Es suave como sus movimientos sobre el escenario e inteligente como la destreza que la caracteriza. Es que María Noel Riccetto, una uruguaya de 30 años de edad, que desde hace 12 temporadas se destaca en una de las compañías de ballet más prestigiosas del mundo como es el American Ballet Theatre de Nueva York, ciudad donde reside, tiene la simpatía y el agrado de compartir con quienes se le acercan su pasión por el ballet.

Fue la estrella invitada en la gira que realizó el Ballet Nacional del Sodre, que llegó a Salto el pasado 21 de setiembre de la mano del maestro argentino y figura mundial de esta rama del arte, Julio Bocca. Cosechó aplausos y la admiración del público que colmó el teatro Larrañaga en esa ocasión, escenario que se vistió de gala para recibir al renovado elenco del ballet nacional que emprende un nuevo camino, guiado por uno de los más talentosos artistas que hayan surgido a nivel del mundo.

María Noel estaba un poco resfriada y ya había terminado de ensayar el martes 21 por la mañana, arropada de más para la temperatura que hacía en ese momento con la intención de poder cuidar su estado de salud y así poder ofrecer sus cualidades sobre el escenario horas después, aguardaba el retiro de los artistas que irían a descansar horas antes de presentarse ante el público salteño.

Justo en ese momento, se tomó algunos minutos para dialogar con OZONO.

“Empecé a los 6 años de edad y fue por hobby al principio y bueno después, se dio que tenía condiciones, me empezó a gustar más y más, empecé en la Escuela Nacional de Danza y ahí se desarrolló todo esto”, comentó sonriente.

Afirma que el ballet es su “vida”. “Pero siempre hay otras cosas que también quiero hacer en lo personal, pero por ahora es esto unas de las cosas que me ha dado más satisfacciones, en la que he puesto más de mi para llegar a ser lo que soy en estos momentos, llegar a los lugares donde estoy”, asegura.

También se regocija cuando aclara que “me enorgullece decir que vivo de esto, que es una carrera maravillosa, que es un arte y que me he topado con gente increíble en el camino de la que he aprendido mucho, que me han valorado mucho y a la que estoy agradecida”.

UN ANTES Y UN DESPUES

“Creo que en Uruguay habrá un antes y un después” desde que el maestro argentino Julio Bocca tomó las riendas del Ballet Nacional del Sodre el 1 de junio. “Él llegó y en muy poquito tiempo el ballet ha tenido muchísima movida, es una persona que hizo un carrerón internacionalmente y es reconocido en todo el mundo entonces los contactos que puede llegar a traer para la compañía en Uruguay es increíble y creo que hay que aprovechar eso al máximo”, consideró Riccetto sobre la trayectoria del bailarín argentino.

Además, destacó de su personalidad su “humildad, el tipo de persona que es, su calidad, la forma en que trabaja, su honestidad”. La bailarina uruguaya del American Ballet dijo que es muy importante para el país que haya alguien como Bocca llevando al ballet nacional con “esas ganas y con la forma dispuesta que tiene para trabajar”.

Estando en Montevideo con 14 años de edad obtuvo una beca para iniciar su carrera en los Estados Unidos, pero no lo hizo sino tres más tarde porque entonces sí, sintió que estaba “más preparada”.

“A los 17 había terminado la Escuela Nacional de Danza y entonces opté por tomar esa misma beca y me fui a Carolina del Norte. Estando un año allí tuve la oportunidad de audicionar en el American Ballet de Nueva York que es la compañía para la cual estoy trabajando ahora y ahora entro en 12 temporada” dice entre contenta y ansiosa por seguir adelante.

Aunque no pierde ese sentido de la identidad y deja bien en claro que ahora se siente “orgullosa” de poder “mostrar lo que hago afuera y poder hacerlo también en todo el país. Porque si bien estoy afuera siempre llevo adelante mis raíces que son de acá”.

Mientras conversábamos, se escuchaba claramente el sonido del piano para que Bocca y los bailarines ensayaran en el escenario del Larrañaga.

“Es importante que el uruguayo que se va de su país pueda volver en algún momento a disfrutar de lo que es su país y tenga un poco de reconocimiento que es lo que tengo ahora de lo cual estoy orgullosa y estoy agradecida. Creo que la palabra más importante es el agradecimiento. Tanto el público como mis ex compañeros del Ballet del Sodre, como los maestros que tuve de chica han sido increíble, así que feliz de tener la oportunidad de volver porque lamentablemente no todos la tienen”.

El lunes 20 por la mañana, cuando llegaron desde la ciudad de Artigas, María Noel Riccetto llamó a su padre y le contó de su sorpresa por ver en Salto “una ciudad tan linda” y aunque admite que ella “no conocía” nuestra ciudad, asegura que su padre le afirmaba que “cuando yo tenía 4 años habíamos venido a un casamiento, pero no yo no me acuerdo”, dice.

“Es increíble, no conocía el teatro Larrañaga y tienen un teatro maravilloso. Ahora entiendo al intendente cuando decía que se le llena el pecho de orgullo de su teatro Larrañaga, la verdad que es una maravilla y va a ser súper emotivo estar esta noche acá y darle un poquito más de historia al ballet en Salto”.

Con respecto a la influencia del ballet en su vida personal, piensa que “ya hay vuelta atrás es lo que se hacer”. Pero asimismo, deja entrever que “también he sacrificado el estar afuera lejos de la familia y de los afectos es difícil. Pero coseché el reconocimiento y bueno, ya llegará tiempo para disfrutar de lo otro”, dijo saludando y agradeciendo el tenerlos en cuenta como artistas, antes de irse por la puerta grande del Larrañaga.

Entrevista. Hugo Lemos


http://www.ozonomag.com/12/post/2010/10/con-mara-noel-riccetto-del-metropolitan-de-nueva-york-al-larraga.html
-
"En Uruguay aprendí a estar fuera del tiempo"
¿Te interesa esta noticia?
CARLOS REYES

Su nombre es sinónimo de ópera experimental, y en Montevideo es particularmente recordado por escenificaciones como El crepúsculo de un siglo, que en diciembre de 1999, en un Teatro Solís desmantelado, ofreció un Requiem de Mozart convertido en imágenes. También se lo recuerda por su polémica Aída, que hizo con el Sodre. Pero hoy Poda anda por otras latitudes, triunfando en Torino, Parma y otras grandes plazas de la ópera mundial.

- ¿Cuál es el motivo de su presencia en Montevideo?

- Vine por razones afectivas, luego de siete años, a visitar amigos, que son como mi familia. Esta fue una ciudad que marcó mi camino, tanto artístico como humano. Yo llegué aquí en 1996 con una Flauta mágica que era una producción española. Yo soy italiano pero empecé en España, cuando ese país explotaba, en un momento especial, en un dinámica que ningún otro país vivió. Yo era joven y había hecho un Don Giovanni que tuvo mucho éxito, y la pidieron de muchos lados. Y Enrique Iglesias, que era presidente del BID, me propuso venir a Montevideo. A mí Montevideo solo me sonaba a Garibaldi: ignorancia típica de los italianos. Y era para venir en agosto, y como siempre a esa altura del año iba a los mismos lugares, me pareció bárbaro, el momento ideal para unas vacaciones.

- ¿Cómo fue ese primer encuentro?

- Llegué a un lugar perdidísimo, que con la neblina, me pareció una novela de Dürrenmatt. Me acuerdo que llegue a un hotel pésimo, y me dije `regreso, no me quedo acá`, y me dormí rendido. Y al día siguiente salí a buscar el teatro y me encontré una situación surrealista: vi un patrimonio Art Decó en la Ciudad Vieja que nunca había visto antes. Encontré el teatro venido a menos, pero con un patrimonio increíble. Fue descolocante. Tuve la sensación de haber retrocedido en el tiempo.

"No volvería a trabajar con el Sodre"
- ¿Qué le significó ese retroceso?

- Fue como recobrar una energía incontaminada: la Europa que yo no había conocido. Fue el encuentro con una dimensión absolutamente europea, el destilado, en una gota, de lo que tenía que ser Europa. Porque se había detenido, no se había desarrollado, se había quedado en el anhelo, en el sueño. Me pareció como una fecundación, fue una alquimia. Me fascinó. Yo traía el sueño de hacer mi arte, que había madurado en España. Y es feo decirlo, porque yo a España le debo mucho, pero es un país que ha tenido muchos privilegios, pero no tiene el privilegio de la cultura. Siempre digo que los grandes cambios suceden en dos generaciones, y España lo hizo en una. Y yo allá había tenido éxito, pero fue superficial. Y llegar acá fue como una reconciliación, encontré lo que no había en Europa, y al mismo tiempo, era como una dimensión paralela.

- ¿Qué primeras impresiones recuerda?

- Entonces no había Internet, todavía existían las distancias. Y llegar al río marrón, yo no hablaba bien español, y era todo viejo, los autos, las cosas. La gente con un ritmo de vida distinto. Y entré al teatro y estaba reunido el coro, y yo les dije que venía con una Flauta mágica muy aparatosa, pero con un alma que se vinculaba al Sturm und Drang, que seguramente ellos no sabían lo que era. Y se levanta una nena, que después hizo carrera internacional, y me dice, en alemán, `pero maestro, ¿usted se cree que somos indios?` Yo me dije, `en un coro español, nadie te habla en alemán`. Y esa primera impresión me quedó, y luego fue todo un descubrimiento. Montevideo es esa señora divina, avejentada, muy venida a menos, pero de una gran tradición, que conoce las reglas europeas mejor que los europeos. Y que te da lo peor de sí de entrada, por vieja atrevida, digamos.

- ¿Cómo ve hoy sus montajes montevideanos?

- No los veo, los siento, como puntos necesarios de mi desarrollo. Sin falsa modestia, como reflexión interior, pensando en voz alta, ese algo más que yo tengo en este momento para los teatros europeos, lo cultivé acá. Porque montar una ópera no es hacer una escenografía, un vestuario. Es el tener la capacidad de destruir todo y reconstruirlo de otra manera. No es solo talento: mi trabajo no es arte puro, es arte aplicado.

- Porque entra mucha gente en juego...

- Claro, mi expresión depende de artesanos, y de masas. Y bueno, mi fuerza, la aprendí acá. Mis experiencias artísticas en Montevideo me costaron el alma, pero fueron muy formativas. La precariedad económica, la complejidad de gestión, las complicaciones, las huelgas, fueron el taller perfecto. Todo con una educación que ni Goethe podría brindar. Fue duro, porque no veía la meta: la meta se vislumbra con la edad, mirando los resultados. Si hoy me pregunto de dónde salen los éxitos que estoy teniendo en Europa, bueno, salen de aquí.

- Una ópera en un teatro desmantelado y otra en un edificio sin terminar...

- El Solís en ruinas, el viejo Uruguay, el sueño europeo caído, con toda la simbología, entre sacra y profana, que ahí se juntaba. Y el otro, el Auditorio del Sodre, lo contrario: el nuevo país, que miraba a una nueva arquitectura, pero con el cáncer del viejo instituto, un paquidermo moribundo.

- ¿Cree que en aquel momento hubo resistencia a sus espectáculos?

- Hubo dos facciones, aunque el público en general siempre me adoró. Mi lenguaje fue absolutamente entendido de entrada. Pero el proceso fue interesante. A medida que empecé a experimentar más, a buscar más cosas, hubo un desfasaje con un sector del público, que me pedía el mismo cliché que yo había presentado antes.

- ¿Y desde el punto de vista estético qué balance hace?

- Creo que presenté en Montevideo tres producciones que marcaron mi carrera. El Requiem que hice en el Solís, Aída en el Auditorio Sodre y Madama Butterfly, en el Latu. Yo estaba acostumbrado a trabajar con todo un aparataje, y tener que trabajar casi sin nada me ayudó a encontrar mi camino. En Aída, por ejemplo, no había plata para hacer un montaje tradicional, con pirámides. Y usé masas, los cuerpos, que han llegado a ser el fundamento de mi estilo actual. Fue ahí que nació. Era un piso de arena, unos hierros de demolición donde habían unas esculturas de manos que había traído de España. Y gente toda embarrada, porque no quería que fuera sensual. Y ahí descubrí el trabajo con las masas, con el cuerpo, con la energía, y con la luz de Caravaggio.

- ¿Fue como aplicar la danza contemporánea a la ópera?

- Absolutamente. Pienso que el lenguaje actual de la ópera está vinculado a la danza contemporánea, y eso lo descubrí en Uruguay. El gesto en la ópera no puede ser realista, porque los intérpretes no hablan, cantan. Y por lo tanto, tiene que ser un trabajo sobre la energía, reencontrar como en la danza butho, el valor profundo del alma, y con la música que empuja, como a otra dimensión. Porque si uno va al teatro es porque necesita una investigación mística, del yo profundo. Además, hoy día, que todo es posible, para qué hacer proyecciones en escena. En este momento, la Fura dels Baus va a venir al Teatro Colón, por ejemplo, y con plata para acá, plata para allá, va a hacer unas proyecciones y unas cosas, que dentro de 10 años han caducado. Acá en Uruguay he aprendido el secreto más grande de la vida: el estar fuera del tiempo. No seguir la moda: esa es una enfermedad europea.

- Luego de su ausencia, las temporadas de ópera en Montevideo han presentado escenificaciones totalmente alejadas de aquellas experiencias suyas...

- Es obvio que sea así, porque lo mío exigía un desgaste energético descomunal. Y además, eso hace parte de Montevideo, ser un lugar alejado, y donde hay gran capacidad de visión, pero de una manera muy desordenada. No creo que hayan cambiado mucho las cosas en estos años. Es obvio, en arte, siempre se va de un extremo a otro.

- ¿Volvería a trabajar en Uruguay?

- No, porque le tengo mucho cariño a todo aquello que acá se dio. No volvería a trabajar con el Sodre: es como los lindos matrimonios que se han separado bien, hay que conservar los recuerdos hermosos. Las cosas se dan por algo: hoy los caminos son distintos. Creo que me sirvió para mi proceso, y seguramente, le sirvió a Montevideo también para su proceso, para que hoy haya un Sodre terminado. Me dijeron que está Julio Bocca, con un gesto de una generosidad que no se puede creer. Montevideo tiene una suerte, y ni se da cuenta, porque es un país tan especial, donde todo es tan accesible.

- Pero sí va a trabajar en el Colón...

- Acepté lo del Colón, en parte también para tener el pretexto de volver a Uruguay, pero ahora mi camino es otro. Yo me alejé de Uruguay y me absorbió mi carrera, pero acá estoy, y no me alejé de los muchos amigos que tengo acá. Los amigos más importantes de mi vida viven en Montevideo. Uruguay es el país donde quiero pasar mi vejez, porque es un país donde uno llega y se siente en casa. Yo he vivido por todos lados: en Italia no creen que soy italiano. No soy alemán, no soy español para nada. Y Uruguay es el único país que no te hace sentir desfasado, ni en el tiempo ni en la nacionalidad.

"Los fundamentos de mi lenguaje operístico actual los elaboré aquí en Uruguay".

La reconciliación de Stefano Poda con Italia y su público
Stefano Poda nació en Trento, pero su carrera creció fuera de las fronteras de su país. Director de escena, escenógrafo, diseñador de luces, coreografías y figurines, su estilo lo convirtió en un rupturista, pese a que de alguna manera rescata el trabajo artesanal, al modo del taller renacentista.

En su país realizó en las últimas temporadas grandes montajes. En el Teatro Regio de Torino, en diciembre de 2008, realizó la dirección escénica de Thaïs de Massenet, representada con enorme éxito de público bajo la dirección musical de Gianandrea Noseda y con Barbara Frittoli en el rol protagónico. El vestuario estuvo a cargo de la sastrería Tirelli, de Roma, la más importante sastrería teatral del mundo, trabajo que actualmente está en exposición. "Para mí ese montaje fue muy importante. Yo nunca había trabajado mucho en Italia, porque le tenía como rechazo a mi país, una cosa extraña, medio psicótica quizá, andá a saber. Pero las cosas no se buscan y la fruta cae por madura", explica Poda.

Sus éxitos en Italia continuaron hasta el presente. Esta temporada montó un Rigoletto para el Teatro Verdi de Padua, y abrió la temporada de ópera del Teatro Regio de Parma, con La fuerza del destino. "Son dos entidades especiales. En Parma el público es tremendo, porque se siente depositario de la tradición de Verdi, y entonces es muy cerrado. Fue un éxito muy grande, muy lindo, fue un éxito de mucha emoción, porque hacía años que no había en la ciudad un entusiasmo tal. Y yo, para agradecer al teatro y al público, quise que saludaran todos, los técnicos, y hasta los porteros. También porque en Italia se está pasando por un período de crisis, y era la manera justa de mostrar la excelencia italiana. Y salvar la dignidad y el honor de tanta gente, que ha destinado su vida a esto, salvando una profesión que no se puede perder".

Entre sus planes para este año Poda montará en el Teatro Regio de Torino, en septiembre, Leggenda, sobre texto de Dostoievski. "Estos montajes en Italia fueron como mi reconciliación con mi país y con su público. Tanto que me compré una casa en el Centro de Verona, del 400, aunque no me quedo casi nunca, porque ando por todo el mundo".

La apuesta del Colón
"Del Teatro Colón me llamaron para hacer el tríptico de Puccini, cuyo estreno va a ser el 7 de junio. Me he encontrado con una sala espléndidamente remodelada: un teatro fantástico que además tiene todos los talleres dentro, como pocos en el mundo. Quieren hacer una gran temporada internacional y tienen buen presupuesto. Noto que hay una intención en recuperar la imagen internacional que el Colón tenía en los años 30 y 40, y me parece justo. Porque es el símbolo de los teatros del Sur, y junto con el Metropolitan, los dos más grandes que operan en América".


El País Digital
Etiquetas: teatro - país - uruguay - ópera - montevideo -
Vota por esta noticia: Total de votos: 0 votos Comentarios: 0

No hay comentarios: