Mi marcha a Masoller
por Ernesto López Ortiz
Participé de la primera marcha a Masoller
y no he vuelto a enfrentar la cabalgata.
Mi hijo Juan que entonces tenía cinco años,
me acompañó parte del trayecto en “la garupa”.
Hace pues cinco años que Juan quiere repetir la travesía pero en su propio caballo, y hace casi ese tiempo que yo venía consiguiente excusas aparentemente razonables para convencerlo de que el año próximo si lo podría hacer. Primero que tenía que saber montar muy bien, luego que tenía que tener su propio caballo y acostumbrarlo al jinete y entre razones e imposiciones sorteaba año tras año.
Mi excusa este año era el mal tiempo, en un acuerdo donde solo yo hablé “acordamos” que si el clima no era propicio tendría que esperar otro año. Y el viernes me pareció que frente a la aguanieve y temperaturas negativas nadie podría dudar que las condiciones no eran las adecuadas. Nadie menos Juan.
El día anterior se quedó en campaña, en las afueras de Rivera, si el día estaba “bueno” pasarían por él un tío abuelo que participa de todas las marchas y es un baqueano y hombre “de a caballo” . Con semejante sudestada las sensatas personas mayores no aparecieron a buscar a Juan y a su prima, y yo dormí hasta más tarde, con la tranquilidad que tenemos los padres cuando evitamos a los hijos un situación arriesgada o difícil.
A las nueve y media recibí una llamada de mi hijo, imaginé que estaría algo frustrado pero ya se le pasaría, los padres tenemos la tendencia a imaginar que los niños tienen mala memoria.
Pero estaba muy contento, lo único que necesitaba era un poncho, imaginé que estaría pensando equiparse para la próxima travesía a Masoller en el 2009. Mi intuición de padre, tardía pero intuición al fin, me llevó a preguntar lo obvio, ¿Dónde estas? A lo cual me respondió muy tranquilo que estaba desfilando por Presidente Viera, “ya partimos hace dos horas y no tengo poncho”.
Mi primer impulso contrariaba todas las recomendaciones de los psicólogos y del juez de menores de cómo se debe tratar a un hijo. Pensé preguntarle si no había entendido que no podía ir o si sencillamente enloqueció , pero me di cuenta que para él cualquier condición climática salvo un improbable tsunami era adecuada para iniciar la marcha
Así que salí a buscar un poncho mientras caía aguanieve. No fue fácil porque prácticamente se habían agotado esa mañana, pues mi hijo no era el único jinete al cual sobraba ganas y faltaba poncho. fin conseguí el poncho y gracias a los celulares pude ubicar a mi hijo a la salida de la ciudad, completamente empapado y tiritando, pero con los ojos encendidos y una mal disimulada sonrisa. Colocarle el poncho y que el caballo no se asustara no fue una tarea fácil, pero no se de donde apareció un anciano de esos que se criaron en el campo y a los cuales los largos años de vida urbana no lo hicieron olvidar como ponerle un poncho a un niño, y como calmar a un caballo y a un padre al mismo tiempo.
Y asi mi hijo siguió hacia Masoller, bajo una pertinaz lluvia que no logró enfriarle el ánimo ni restarle entusiasmo. Lo seguí parte del trayecto desde el auto, a la distancia para que no me viera, pues Juan estaba “encarando” su peregrinación personal donde su padre ya estaba demás, pues a las peregrinaciones uno va solo y cada uno se enfrenta a sus sueños y a sus fantasmas.
Este tipo de eventos, al margen de toda implicancia partidaria -que si la tiene y no esta mal que la tenga- son oportunidades para encontrarse de alguna manera consigo mismo en los largos silencios del camino. Y de encontrarse con los demás, como ese señor cuyo nombre no conocemos y te ayudó a ponerte el poncho, con la gente que mira y te anima con una sonrisa, con los otros compañeros de sacrificios y privaciones, con gente que hace más llevadero el viaje a su prójimo.
Este año mi marcha fue para acompañar a mi hijo, que ya esta probando el mundo con sus propias piernas. Hoy él repite un gesto de aquellos hombres y mujeres que siguieron al General Aparicio; a la vuelta de Masoller podrá comprender mejor que este país se construyó con sacrificios personales de gente anónima, que Aparicio simboliza ese sacrificio y esa capacidad de emprender la marcha hacia lo que muchos soñaron, sin importar el mal tiempo, aunque tu padre te deje sin mirar TV por un par de semanas.
Ernesto Lopez Ortiz
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CHARRUA( uruguaya ,oriental o yorugua)------------------la primer CHARRUA( uruguaya ,oriental o yorugua) que fue jurado del Metropolitano de Tango y del Jurado Mundial ,por merito propio,ahora seleccionada como "maestra reconocida mundialmente",dara un Seminario de Alta Intensidad en el Mundial.No solo es futbol mundial el Uruguay."Tanguera Ilustre de Buenos Aires" "Condor de Oro de San Luis,Argentina....Quien es? L.L. pasion,voluntad y tecnica.Tecnica,voluntad y pasion.Abriendo caminos para Uruguay,embajadora cultural de este Paisito que es un gran Pais con mayuscula. --
Ver .The one,

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