De: "Rubens Stagno"
RUBENS STAGNO
coordinador
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Hace unos días, la Agencia de noticias AFP comunicaba que “La papelera española Ence reconoció haber talado parte de un bosque nativo en Paysandú, noroeste de Uruguay, donde cuenta con plantaciones forestales”. La información inicial luego se complementaría y la sección que dice “parte de un bosque nativo” debió sustituirse por “ 80 hectáreas ”.
"Al efectuar los trabajos se realizaron intervenciones en una zona lindera a la autorizada, dentro del mismo predio, debido a un error en la interpretación de los planos", agregaba.
Que la flora nativa forma parte del Patrimonio natural de un país, ya no es novedad para muchos: todas las naciones tienen el derecho de disfrutar de su flora autóctona y el deber de preservarla y (eventualmente) mejorarla. Varias reparticiones y organismos nacionales e internacionales vienen haciendo los máximos esfuerzos en cuanto a esos objetivos, desdoblándose en múltiples tareas: fomentar la forestación con plantas nativas, proteger las existentes, denunciar los incumplimientos y las faltas, concientizar a las personas acerca de la importancia del Patrimonio natural.
Precisamente, a raíz del aluvión de empresas dedicadas a la fabricación de pasta de celulosa y a la forestación en base a monocultivos, algunas de estas organizaciones advertían sobre los riesgos. World Rainforest Movement publicó un trabajo titulado Los bosques nativos del sur de Chile y el pueblo mapuche, a cargo de Rodrigo Catalán Labarías y Ruperto Ramos. En él se dice que “En Chile, la desaparición y degradación de los bosques naturales es una fuente de conflictos entre las empresas forestales, las comunidades indígenas, las organizaciones ambientalistas y el gobierno. Las causas son complejas y en su mayoría tienen orígenes históricos. Gran parte de los bosques nativos se encuentra en terrenos privados, a excepción de los que están incluidos en el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE). En consecuencia, los principales actores directos de la deforestación en la zona sur de Chile pertenecen al sector privado, y entre ellos destacan las empresas forestales y los pequeños agricultores. Las primeras están motivadas exclusivamente por la generación de ingresos mientras los segundos poseen una estrategia mixta de producción de autosubsistencia con generación de ingresos”.
Más adelante agregaba: “La sustitución habitualmente comienza por una tala rasa con un aprovechamiento sólo parcial de la madera nativa. Una gran cantidad de biomasa consistente en troncos, tocones y ramas es quemada sin permitir a las comunidades mapuches el aprovechamiento de este material para leña. Es frecuente que el bosque se recupere rápidamente luego del incendio proliferando las especies pioneras a partir del primer año. Para evitar la competencia que pueda provocar esta vegetación, considerada "maleza", las empresas aplican defoliadores químicos, alguno de ellos prohibidos en la mayoría de los países del norte.
Los principales impactos ambientales han sido la disminución de biodiversidad, la erosión y acidificación de los suelos, la disminución de la calidad y cantidad de las aguas en los cursos naturales y el deterioro del paisaje”.
La Dirección General Forestal (Departamento bosque nativo, MGAP) tiene entre sus cometidos de Gestión y fiscalización las tareas inspectivas “de control de ilícitos de corta, de control de stock de barracas y de control de transporte de productos del bosque nativo”.
El día miércoles 27 de agosto, Carlos Mantero (responsable de la Dirección General Forestal del MGAP) declaró al Programa radial “Sabuesos” (1410 AM) que como medida de mitigación del daño cometido por la empresa ENCE se podía dar la replantación de algarrobos en algún otro lugar del predio. Uno de los periodistas le preguntó cómo se podía reponer un bosque que tiene cientos de años; Mantero respondió: “Esperando cientos de años”.
Esa frase podría estar en el Antimanual de Conservación del Patrimonio Natural, tanto como otra de la misma entrevista: “Una de las formas para mejorar en el futuro, sea que no haya topes en la sanción, o que las sanciones se hagan por hectárea”, dijo como medida a estudiar en el futuro. Lo único que falta es el tasador de los espacios naturales: talar esto cuesta tanto. No escapa a nadie que estas medidas sólo llevarían a algunos a recurrir a las dos columnas: en una diría el rédito que voy a obtener, en la otra si me es conveniente o no de acuerdo al monto de la multa.
Pero además está la curiosa situación de nuestra legislación actual: la multa sería de 36000 dólares por “un error en la interpretación de los planos”. Eso arroja una cifra de 450 dólares por hectárea talada. Al otorgamiento de las autorizaciones para forestar siguió la ausencia de leyes que tomaran en cuenta los desvíos empresariales. Hasta hace no mucho tiempo, la carreta iba detrás de los bueyes.
El bosque nativo talado no debería verse como algo que le sucedió a los sanduceros: el bosque nativo talado era parte del Patrimonio natural uruguayo, y así como es nuestro derecho disfrutarlo, es nuestro deber protegerlo.
Fabián Martínez Zantellán
Canelones, Uruguay.
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