Actualizado sábado 17/05/2008 13:40 (CET) RUBÉN AMÓN (enviado especial)
CANNES (FRANCIA).- Mike Tyson ha recuperado en Cannes el disfraz de personaje famoso, aunque los flashes y el terciopelo de la alfombra roja desafinan con la oscuridad de su espíritu y de su mente. El boxeador neoyorquino admite encontrarse en un estado de "caos interior". Y aspira a convertirse en un "hombre respetable" cuando haya capturado a sus fantasmas.
Es cuanto le cuenta a James Toback en un escalofriante documental de 90 minutos. Escalofriante por la mansedumbre del boxeador. Escalofriante por la sinceridad con que se desnuda. Escalofriante porque Tyson se reconoce sorprendido de estar aún vivo entre los mortales.
Toback tiene el mérito de haberlo entrevistado como si no hubiera una cámara delante. Por eso vemos a Tyson conmoverse y dejar escapar unas lágrimas. Testimonian el dolor y la consciencia de la fuerza autodestructiva, aunque el campeón reprocha a las malas compañías, al dinero y a las drogas haberlo vampirizado, demolido, descoyuntado.
No hay lugar al victimismo ni a la piedad. Tyson reconoce que sólo encontraba la felicidad en el cuadrilátero. Allí era un dios. Un dios efímero porque sus rivales le duraban un asalto, cuando no 15 segundos.
El gigante ha engordado. Viste un traje que le está grande. Como grande le está el cuerpo que aloja sus tinieblas. Confiesa haber sido un obseso sexual, un drogadicto, un alcohólico, un demonio. Y con la misMa sinceridad niega cualquier implicación por el delito de violación que le condujo a la cárcel.
"Pegar y pelear ha sido una forma de asegurarme de que nadie volvería a humillarme. Una manera de escapar del miedo", confiesa Mike Tyson en un pasaje del memorial cinematográfico.
Y BAILA...-
mike t
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