opinion: charruas,De los barcos

opinion: charruas,De los barcos
Tercera época Por Antonio Pippo

¿Cuál es la intensa, urgente necesidad de este pueblo nuestro, o de parte de él para ser más preciso, de negar ­o al menos cuestionar­ que desciende de los barcos, que es hijo de la inmigración?

Ahora va hacia su aprobación un proyecto de ley que establece la celebración anual de la "nación charrúa" y del legado cultural, básicamente de valores, que nos dejó y que, de acuerdo a lo argumentado, perdura.

Está bien que se recuerde a los charrúas, como se hace con tantas colectividades y etnias que han estado presentes, de mil formas distintas, en la extensa, azarosa y compleja construcción del país.

Está bien, igualmente, que se postule una herencia indígena, más allá de lo discutible que pueda ser desde un punto de vista histórico muy exigente.

Aunque crepusculares, tales intenciones son de noble esencia y hasta tienen la virtud de poner en debate algunas cuestiones hasta hoy mal miradas ­quiero decir, en realidad, al descuido o distorsionadas, con miopía­ y que requieren una discusión seria, minuciosa, para nada grandilocuente ni parcializada.

Lo que está mal es dejar la impresión de que, al mismo tiempo, se pone en entredicho una verdad histórica absoluta, si es que hay verdades históricas de ese porte: el Uruguay moderno, digamos de Latorre y Varela para acá ­pese a que podría decirse lo mismo oteando hacia un pasado más remoto­, nada ha tenido que ver con los charrúas y sí, mucho, todo, con el aporte de inmigrantes de diversas latitudes.

Descendemos de los barcos. Es así. No sólo lo han expuesto historiadores implacables, sino que ha sido la teoría de escritores como Onetti, que han hurgado en estas cosas con agudeza, desprendido de pasiones.

Lo que uno se pregunta, sin más intención que la de aclarar lo que otros oscurecen vaya a saberse por qué, es qué necesidad había, para el reconocimiento y respeto de los charrúas, de acumular tanto dislate en la exposición de motivos de un proyecto de ley compartible.