Febo Aycardo

Febo Aycardo
Excepcional. Pese a ser discapacitado se convirtió en un reconocido pintor y pedagogo


CARLOS REYES

"Cuando pinto me olvido que no oigo" dice el artista plástico uruguayo Febo Aycardo, quien pese a su sordera ha desarrollado una carrera internacional con su pintura, que a partir del próximo miércoles se presenta en una gran exposición.

Si bien él no nació en Pando, sí vivió toda su infancia y juventud allí: es por eso que la semana próxima, con motivo de festejarse los 220 años de la fundación de esa ciudad, la Cámara de Comercio de Pando inaugurará a las 20 horas una muestra con dos o tres decenas de sus obras.

Pese a que su estilo es constructivista, también cultiva el paisaje, por lo que la exposición va a contemplar ambas corrientes. "Por más que soy alumno de la escuela de Torres García, sé que la gente de Pando quiere temáticas de la zona. Por eso, por más que en una exposición está bueno que haya un único tema, para ésta también pinté temas de esa ciudad, como la estación de ferrocarril o el puente", afirmó el pintor a El País, asegurando que para él es reconfortante haber sido elegido para este aniversario, pese a no haber nacido allí.


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Aycardo pinta todos los días y todo el día, hasta el 1° de mayo. Siempre sigue el camino marcado por Torres García, dibujando primero, luego delineando con óleo azul y después pasando a pintar. "Para pintar hay dos caminos: o desde el centro hacia afuera de la tela, o desde atrás hacia adelante, que es como yo pinto. Si ves que el artista va pintando por todos lados es que no estudió nada".

Su técnica es casi siempre óleo sobre tela, pero también practica la pintura sobre tabla, el collage y la inclusión de otros materiales, realizando pinturas en relieve. En cuanto al color, aclara que quizá la gente no sepa que cuando uno va a comprar óleos hay muchos tipos de negros y de blancos, pero siguiendo la línea de Torres García, él utiliza solamente negro mineral, un blanco determinado y un solo tipo de azul. Partiendo de un número limitado de colores, va creando toda su paleta. Pero también marca una distancia con respecto al constructivismo ortodoxo: "Torres García era planista y yo no pretendo copiar su obra. Mi simbología es un poco diferente, mi entonación del color es otra, y yo además le doy volumen a los símbolos, que tienen elementos de luz y de sombra. Y por eso mis cuadros han caminado: si pintara igual quizá no hubieran interesado".

Aunque los precios de los cuadros dependen lógicamente del tamaño, tal vez varían más por el lugar donde son vendidos. "Un cuadro que acá lo cobro 800 dólares, el mismo en Nueva York lo vendo a 4500. Y en una buena galería de Buenos Aires se vende al triple que en Montevideo, porque acá no hay mucho movimiento. Cuesta creer que el mismo objeto, cambiándolo de lugar geográfico, varíe tanto el valor".

La fuente de inspiración puede ser un paisaje, un perfume u otro estímulo, pero luego entra entran otros elementos: "Aparte de estar bien pintada, la obra tiene que estar bien compuesta", asegura, agregando que no es un pintor dominguero: "Pinto todos los días, desde la mañana a la noche, y desde que me quedé sordo, esto es lo que me ayudó a vivir".

Aycardo se quedó totalmente sordo a los 40 años de edad, por una enfermedad que generalmente se da en la vejez, y muy raramente en los dos oídos. "Cuando recién me quedé sordo estuve un año y medio sin pintar, porque no sabía pintar sin música. Me resistía, porque estaba acostumbrado a elegir primero una música y luego ponerme a pintar. Pero tuve que ablandarme, ahora cuando pinto hasta a veces canto. Tengo música propia: siento hasta los instrumentos como si estuviera escuchando. Es increíble, porque hace 24 años que no escucho absolutamente nada: creo que eso es porque en mi casa, cuando era chico, siempre se escuchaba música clásica".

Consultado sobre si le resulta vivir de su arte, el pintor contesta que hoy en día resulta difícil vivir de cualquier cosa: "Yo cuando oía trabajaba en arquitectura e ingeniería y ganaba muy buena plata, y pensaba que me iba a morir sin saber si hubiera podido vivir de la pintura. Porque me encantaba pintar, pero no me animaba a tirar todo por la borda y dedicarme sólo a esto. Y ahora sé que se puede, porque vivo de la pintura hace años".

Además de vender sus cuadros, Aycardo también da clases. "Tengo alumnos desde 20 años hasta mujeres de edades indefinidas, que es imposible saber qué edad tienen y que si les preguntás no sirve para nada porque te van a mentir. Trato de no tomar alumnos chicos, porque me da miedo que sean inquietos, y en general todos los que vienen a estudiar conmigo entran soñando con pintar un paisaje de agua, o el campo. Pero yo les digo que necesitan un período de aprendizaje: primero el lápiz, porque por más que seas un genio del color, si no sabés pintar nunca te va a quedar bien".

El pintor cuenta que tiene muchos alumnos buenos, que han ganado premios, y muchos malos: "Hay gente inteligente que sabe que no va a aprender, pero lo hacen como terapia: acá vienen los psicólogos a hacerse terapia conmigo, porque la pintura te evade, te transporta. Hay gente que no está buscando el camino del arte: buscan el de ellos mismos".

Del asado dominical al taller
"El domingo estaba afuera haciendo un asado y empecé a quemar los cuadros que no quedaron bien. Y mi hijo me los pedía para que no los quemara, y yo le dije que si quería cuadros míos, le daba los que quisiera pero no de esos que eran para quemar. Yo no quiero quedar como egoísta cuando la gente me pide los cuadros que voy a tirar, pero si los regalo, después cuando los veo colgados me da rabia".

"Picasso pintaba cuatro cuadros por día, pero eso es por el tipo de pintura que él hacía. Pero si hacés arte figurativo, precisás otra dedicación. Igual, siempre lo fundamental es tener el cuadro en la mente: una vez que lo tenés, lo podés pintar en unas horas, aunque hay días que todo te queda bárbaro y otros que nada te satisface".

Siguiendo el consejo de un maestro que tuvo, este pintor optó por no ponerle fecha a sus cuadros, puesto que algunos clientes prefieren siempre los más nuevos. Según él eso es un prejuicio, porque hay cuadros que pintó hace 20 años y hoy no los podría hacer: "Uno evoluciona, pero también cambia", sintetiza.

Para llevar un seguimiento de sus obras, Aycardo las enumera: en los paisajes el número lo pinta en el reverso, pero en los constructivos a veces los incluye como parte de la composición. Como además lleva un libro con el número de cuadro y el cliente al que se lo vendió, esto le ha permitido ubicar sus obras con solamente verlas.

"Siempre me gustó pintar cuadros grandes, aunque son difíciles de vender, y además son más caros. Aunque ahora se están demandando más, en parte por los cambios en la decoración".

Febo Aycardo nació en Montevideo en 1943 y estudió con Olga Zinola, Edgardo Ribeiro y Vicente Martín. Su taller queda en Williman 641.


El País Digital