"Boom" revista musical uruguaya

"Boom""Boom" revista musical uruguaya

"Boom Magic Glamour"

CARLOS REYES

Boom Magic Glamour, un espectáculo de revista uruguayo que rinde homenaje a las tres grandes revistas del mundo: la francesa, la cubana y la de Las Vegas.

"El público que viene a ver este tipo de espectáculo -cuenta a El País Raphael Dufort y Álvarez, director del show- es muy amplio. Viene desde la señora paqueta con sus amigas del té, pasando por familias enteras y parejas de amigos, pero también viene gente muy humilde, que nunca pisó un teatro y les tenemos que explicar que no pueden pasar con el termo y el mate, porque vienen como si fueran al parque, y no entienden. Esos te sacan la entrada más cara, porque no es público que lo toma como un hecho teatral, sino como un gran divertimento".

Para toda esa gama de espectadores está hecha Boom Magic Glamour, una revista que su director define como "un espectáculo frívolo, para que la gente se olvide de los problemas, aunque nosotros también planteamos la realidad, porque una revista es algo que tiene que estar aggiornada a lo que pasa en el momento. Si hoy pasó algo importante, en la revista se dice. Es como un informativo cómico de la realidad, pero que pretende transmitir cosas que la gente no las siente en la vida cotidiana, porque tiene que provocar una especie de euforia en el público".

Desde esa perspectiva, el director marca diferencias claras entre el musical y la revista. La más evidente, que la revista no tiene argumento, por lo que cada cuadro no está vinculado temáticamente a los otros. Otra gran diferencia es el costo. Dufort estima que ha invertido 100 mil dólares en este montaje, aunque la cifra es difícil de estimar porque ésta es una producción que viene de otros espectáculos anteriores, presentados en Montevideo, Punta del Este, y el exterior.

El rubro más caro es sin duda el vestuario, y para avalar esa afirmación, Dufort cita a Susana Giménez, quien en una entrevista declaró que la revista es dinero, porque un musical lo podés hacer con otra estética. Por ejemplo, Los miserables se puede hacer con lienzos pintados, o pintar una tela a mano y que parezca brocato. Pero en la revista, no.

"El brillo del estrás tiene que ser de buenas piedras, no puede ser una berretada -dice Dufort-, porque eso la gente lo ve. Lo mismo las telas, las plumas, los brillos, tienen que ser buenos, para que la gente quede impactada. Y en este show todo es, nada parece y no es".

Para confeccionar los 800 vestuarios que se verán en escena, no se precisa solamente habilidad: también hay que tener buen ojo para saber dónde comprar lentejuelas y canutillos. "En este momento en Uruguay hay mucha cosa, pero hay que saber buscar. Yo soy una rata, me meto en los lugares más insólitos y le digo al dueño del local que me deje revisar, porque a veces ves una cosa que no sirve para nada y yo la deshago y te hago un vestuario. Y para eso hay que investigar mucho, porque lo bueno no está a la vista".

El mapa mundial de la lentejuela tiene tres capitales: Nueva York, San Pablo y Buenos Aires. Rio de Janeiro es muy caro, porque van muchos turistas, por lo que conviene comprar directamente en las fábricas paulistas, o en el Once porteño.

Alto voltaje. Toda la fiesta de color, sonido, erotismo y fantasía que llega hasta el espectador tiene su contracara entre bambalinas. De hecho, Dufort considera peligroso para los artistas el alocado ritmo del espectáculo.

"Los cambios son tan rápidos porque el efecto visual lo exige, para dar esa cosa mágica. Los volúmenes del vestuario son gigantes y tiene que estar todo a mano. Entonces, el vértigo de la revista, aunque la gente no sabe lo que pasa detrás del escenario, es de corridas continuas. Y es muy peligroso cuando no hay una buena infraestructura y estás entre cables de alto voltaje. Hace unos días hubo un accidente grave en el escenario, un bailarín se golpeó muy fuerte la cabeza, porque se cayó de una plataforma de dos metros en un cambio de vestuario. Y en el MovieCenter, el año pasado, Claudia Fernández se cayó por unas escaleras y tuvimos que llamar a la ambulancia".

Por eso y otros elementos es que Dufort afirma que "es complicado hacer estos espectáculos en Uruguay, porque no hay una infraestructura, y a veces eso no te lo entienden los empresarios".

"Creo que en ningún teatro de los que hemos estado nos han entendido. Es una lucha, porque no tienen la cabeza abierta a lo que es este tipo de espectáculo".

"Otra cosa que quiero decir -remata Dufort- es que yo no soy rico, pero que hago un gran esfuerzo, porque mi felicidad pasa por invertir todo el dinero que gano en un escenario. Yo le pido a mis colegas que lo hagan también. Porque eso es lo que se necesita para no defraudar al público. Yo creo que mucho público se fue del teatro porque hay elencos que han defraudado al público en la parte de producción. Si no empiezan a producir en serio, desde la marquesina, el teatro en Uruguay se muere. Creo que no va más eso de pegar en la fachada la fotito carné con una chinche".

Plumas criollas con larga historia y muchas versiones

Encabezada por Graciela Rodríguez, Andrea Ghidone y Graciela Villar, Boom Magic Glamour arranca con una gran presentación que recorre la evolución del género, desde lo más antiguo hasta lo hipermoderno. Luego se presenta el número del Gran Moulin Rouge, que es un homenaje al cabaret de París y también a la película de Nicole Kidman.

El primer sketch surgió a partir de la mismísima realidad. El director hizo un casting de talentos, y se presentó tanta gente insólita que optó por escribir un guión sobre el propio episodio. Este número da cabida al imitador Paul Fernández, que para hacerse con el puesto despliega todo tipo de personalidades, desde políticos hasta artistas.

Luego sigue el número de homenaje a Tropicana, la gran revista cubana, y más tarde el de Las Vegas, donde se hace una parodia de Miss Universo. El momento más erótico llega después, a cargo de Graciela Villar, número que da paso a un show de transformismo por cuenta de Flavio Miller, quien interpreta a la limpiadora del teatro, que pasará su luna de miel en un rincón del escenario.

Todo culmina con la escenificación de la canción Show must go on, en la que el director expresa las dos caras de todo espectáculo.

Una larga historia hay detrás de este show, que tuvo una primera versión en el Stella (Boom, el musical), luego pasó al Teatro Central con Moria Casán encabezando el elenco (Boom, la revue), y reapareció en el MovieCenter, además de dar otras versiones en Punta del Este y el exterior, siempre con elencos cambiantes.

Para esta nueva versión la producción siguió creciendo, y cuenta ahora con dos mil luces y un fuerte apoyo tecnológico. "Con la televisión por cable la gente tomó contacto con las grandes escenografías americanas, y ahora, cuando van al teatro, es natural que exijan aún más", concluye Dufort.

Graciela Rodríguez, vedette

"Creo que esta vez Graciela Rodríguez va a dejar a todo el mundo boquiabierto, porque es algo muy distinto a lo que hace siempre. Ella me dice, `tapame, tapame` y yo le digo, `sacate, sacate`, y estamos en esa lucha, que al final terminé ganando yo. A ella le cuesta entender el mecanismo de la revista, porque está acostumbrada a otro tipo de espectáculo".

Así describe el director Dufort y Álvarez a esta actriz uruguaya que hoy debuta como vedette.

"Yo prefiero decir que soy la actriz invitada -afirma Rodríguez-, porque yo lo que hago es como un juego, medio en broma, medio en serio. Porque a mi edad, que estoy cerca de los 50, lo tomo como a mitad de camino entre yo, la vedette y un personaje. Son diferentes técnicas de juego las mías, comparadas con las de las muchachas jóvenes que me rodean. Por eso prefiero pensar que estoy jugando a ser vedette. También me ayuda mucho el monólogo, que está libretado por Fernando Schmidt. La verdad es que yo, con lo familiera que soy, siempre vi el espectáculo de revista como algo alejado de mí, y ahora, de golpe, me encuentro ante este estreno que me pone muy nerviosa, porque son otros ritmos, otra realización, otro lenguaje".

Rodríguez, sin embargo, rescata también su vertiente de capocómica, un rol que tradicionalmente perteneció al actor y que cada vez más vienen conquistando las actrices. "Me encanta ocupar el lugar del capocómico, pero no es algo que me sale de taquito. Para mí esto es de una exigencia enorme, y es una pena que la propuesta surgió un poco de golpe, por lo que no hubo tiempo para preparar un cuadro musical conmigo".

Boom Magic Glamour

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