Sol Gabetta

Será como un viaje musical"
Concierto. La afamada chelista argentina habló con El País antes de tocar en Montevideo


ALEXANDER LALUZ

Algún leve rastro del acento cordobés todavía se hace notar, en medio de otros acentos, giros o inflexiones que denotan esos cambios de paisajes propios de una vida y una carrera itinerante por opción.

Sol Gabetta tiene hoy 29 años y desde muy joven eligió a Europa para completar su formación y desarrollar una carrera que la ha convertido en la nueva figura del violonchelo, casi a la par de nombres como Mischa Maisky o Yo-Yo Ma.

Hace ya varios años fijó su residencia y su base de operaciones en Basilea, Suiza, donde reparte su tiempo entre la docencia, su propio festival de música, los proyectos de grabación y la organización de sus giras internacionales. La próxima, la que estaba organizando días atrás en su casa, junto a la Orquesta de Cámara de Basilea, tiene nuevamente a Montevideo en su agenda: este viernes, 19:30 horas, en el segundo concierto de la temporada 2010 del Centro Cultural de Música, en el Auditorio Nacional del Sodre (la visita anterior fue hace más de cinco años, para actuar en un ciclo organizado por el Sodre en la ex Sala Brunett, hoy Auditorio Goitiño).

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"Mira, estoy en mi casa, pero a las corridas como siempre. Aquí no existen días calmos, sobre todo cuando hay gira, y eso hace que sea realmente difícil poder descansar". Su voz, efectivamente, parece agitada. Aún así, no encorseta sus ganas de hablar, su entusiasmo, con protocolos, libretos pre armados, ni el reloj (como suele ocurrir con algunas otras entrevistas pactadas por una campaña de promoción internacional). Hofmann, Haydn e incluso Mozart -"que odiaba el violonchelo"-, su vocación docente, se acumulan en un arremolinado torrente de ideas. Tiene ganas de contar, es evidente, y no repara en las frases entrecortadas donde se cuela esa mezcla de acentos intransferibles a la escritura.

"Aquí estamos trabajando en la organización, para que las cosas funciones, y me pueda volver a ir de viaje. Y por eso siempre digo que, al final, descanso más cuando estoy de gira, por que ahí ya no están, al menos físicamente, las responsabilidades de una casa. Pero igual, para mí es un placer tener estos dos o tres días aquí, con apuros pero en casa, de lo contrario me volvería loca".

El estrés que impone estas competitivas carreras es reconocido por ella, por todos, como un riesgo. Algo que no sólo consume el tiempo, sino también el físico, los afectos, las emociones. Pero "si una carrera -aclara inmediatamente- se agota en esto, es claro que puede destruir a una persona también". Pero en su caso, "no es que me estresen los conciertos, más bien la organización de los viajes. Ahí está lo más problemático. Todo lo demás, sinceramente, como la música, la expectativa de la gente, está en otro rubro: las satisfacciones. Por eso hay que tomárselo con calma".

BARROCOS, CLÁSICOS. Y de nuevo Leopold Hofmann y Joshep Haydn, que estarán en el programa que tocará el próximo viernes en Montevideo, y, por qué no, la transcripción para chelo de su Concierto para flauta y orquesta K 314. Compositores que también eligió para uno de sus últimos discos, grabado junto a la Orquesta de Cámara de Basilea (Sony, 2009), y en el que confirma su talento como solista, su rigor técnico, y la preocupación por sostener sus interpretaciones con una atenta investigación histórica y estética.

"En los últimos años he redescubierto el repertorio más bien barroco y clásico. Hay muchísimos compositores que han compuesto para nosotros". La afirmación, hecha en tono enfático, hecha por tierra un viejo prejuicio que ha confinado a este instrumento a la categoría "repertorio escaso". "Si tocaste -dice, al hacer referencia a la restricción que pesa en el imaginario de muchos músicos, sobre todo chelistas- los cinco o seis conciertos románticos famosos, después hay que saltar un poco al período moderno". Pero también en la otra punta de la historia de la música (la que usualmente cae en otro saco: música antigua), en el barroco o el clasicismo, "hay mucha música escrita para nosotros. Y a mí lo que me atrae es un poco de todo, o sea tener una expansión mucho más grande de la que hay en materia de repertorios. Sólo hay que buscar, investigar; hay que ser un poco como un ratón de biblioteca, y buscar partituras que a lo mejor no han sido tan tocadas o que pertenecen a compositores no tan conocidos". Y el de Hofmann es un caso así. "En su época, él era más conocido y prestigioso que Haydn, quien aún no era conocido y estaba muy celoso de su posición de organista en Austria". La historia revirtió las relaciones, Hofmann hoy es un compositor a descubrir, y Haydn es reconocido como uno de los tres pilares -junto a Mozart y Beethoven- del Clasicismo.

Por tal razón, este programa "el del disco y el que haremos en Montevideo, es muy interesante para mí. Es como un viaje musical, que comienza con Hofmann" y su Concierto para violonchelo y orquesta, en un lenguaje más cercano al Barroco, y luego Haydn con su Concierto en Do mayor, Hob Vlb.1, en la segunda parte. "Y evidentemente uno nota ahí las cualidades del instrumento", su potencial y riqueza para urdir complejas melodías, en lo tímbrico, "y comprueba que en esa época no sólo estaba visto como bajo continuo; así es que se puede ampliar las posibilidades y el repertorio".

Siguiendo la tradición de Paul Sacher
La Orquesta de Cámara de Basilea, que llegará este viernes junto a Sol Gabetta al Auditorio Nacional del Sodre, se formó hacia 1984, con la reunión de varios músicos egresados de los conservatorios suizos. Desde ese año, la agrupación ha cosechado el reconocimiento de la crítica especializada, y sus registros discográficos son de referencia para la difusión de repertorios interpretados con rigor historicista. Una cualidad que heredaron de Paul Sacher, uno de los más conocidos patronos de la música del siglo XX, y que se materializan sin ambages en los programas de concierto. Y el elegido para Montevideo, confirma la regla (y el reconocimiento).

En la apertura y cierre del concierto interpretarán dos obras de Béla Bartók: primero, la notables Sechs rumanische Volkstanze Sz 56, y, al final, el Divertimento für Streichorchester. No hay mucho para agregar: un maestro en la siempre difícil articulación de lo moderno y lo tradicional, para dar vida a un lenguaje tan intenso rítmico, armónico y textural como refinado en sus concepciones formales.

Promediando el concierto, y con el lucimiento de Sol Gabetta, se interpretarán: el Concierto para violonchelo y orquesta No 1 en Do Mayor, de Haydn, y el homónimo pero en Re Mayor, de Leopold Hofmann.

En síntesis: un repertorio exigente a múltiples niveles, que mostrará las cualidades de un ensamble que ha sido dirigido por Philippe Herreweghe, Attilio Cremonesi, Ton Koopman, Heinz Holliger, Cecilia Bartoli, entre muchos otros.

La entrega al virtuosismo en el chelo y a la docencia
Sol Gabetta nació en la localidad de Villa María, Córdoba, Argentina. Su familia, en la que se cruzan ascendencias francesas y rusas, fue el pilar primero para el temprano inicio de la carrera musical. Ya a los diez años obtuvo su primer galardón en su país. Pocos años después continuó sus estudios en España y más tarde en Francia, Alemania (en la prestigiosa escuela Hanns Eisler, con David Geringas) y en Basilea, Suiza. Con esta sólida base formativa, su proyección como concertista fue en permanente ascenso. En 2004, y en el marco del famoso Festival de Lucerna, toca nada menos que con la Filarmónica de Viena, bajo la batuta de Valery Gergiev. Tal fue la entusiasta acogida de la crítica, del público, de los sellos, que a partir de ese momento su musicalidad comenzó a recorrer el planeta. En la actualidad es una de las artistas exclusivas de la casa Sony, con la que ha editado ya una importante discografía. Y paralelamente a sus giras, Gabetta separa un tiempo importante para la actividad docente en la Academia de Basilea, donde estudió por más de 10 años. "Si yo fuera un poco más realista tendría que decir: mi carrera como concertista va muy bien y podría hacer nada más que esto", pero esta otra vocación, reconoce, la completa, la enriquece en lo humano y musical, y "creo que haría lo imposible por continuar con ella".


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