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martes, 2 de marzo de 2010

CARTA DE LACALLE AL Sr Presidente MUJICA,MARZO 2010

CARTA DE LACALLE AL Sr Presidente MUJICA,MARZO 2010
A José Mujicamartes, 2 de marzo de 2010, 0:13
De: "Lacallismo UCP" Agregar remitente a ContactosPara: Lacallismo@gmail.com
Editorial

Ex Presidente de la República Luis Alberto Lacalle
Señor Presidente de la República...

Don José Mujica Cordano.

Estimado compatriota:

mañana, en virtud de su legítima victoria en el comicio del pasado 30 de noviembre, con la fuerza insustituible de la legitimidad democrática y republicana y para que ejerza sus derechos y deberes de acuerdo con la Constitución, se convertirá Ud. en nuestro presidente por los próximos sesenta meses. Ha logrado Ud. el más alto honor al que puede aspirar un oriental, ser el primer ciudadano de la República.

En tal ocasión y desde mi posición personal y política quiero dirigirme a Ud., en forma pública, para transmitirle mi punto de vista, hacerle llegar el sentido que desde la oposición daremos a nuestras propias responsabilidades, pero sobre todo, transmitirle los sentimientos que animan a los uruguayos que no le votamos -según mi leal entender- pero desean fervientemente que su labor sea coronada por el logro de una sociedad mejor.

A partir de mañana quedan detrás las expresiones del Mujica candidato, los dichos del "electo", para que todo lo que Ud. diga y haga tenga la trascendencia que emana de su investidura presidencial. Esperamos con expectativa sus expresiones ante la Asamblea General. En dicha oportunidad, los presidentes hacen públicas las grandes líneas que pretenden seguir durante el mandato, los objetivos principales que se quieren lograr, es decir el "que" de la gestión. Pero como Ud. sabe, para llegar al "que" es necesario el "como", que es y será siempre el gran desafío del gobernante, muy especialmente del gobernante democrático cuyas acciones están expresamente regladas y no admiten atajos, ni caminos de antojo. Cuenta Ud. con la enorme ventaja de tener mayoría parlamentaria, lo que si bien es un gran instrumento, trae consigo la necesidad de lograr encolumnar a todos sus compañeros de coalición alrededor de sus iniciativas tarea que, a estar a los muy pragmáticos comentarios que le hemos oído, no será fácil.

Pero bienvenido su pragmatismo, su estilo directo y al grano, que muestra claramente un positivo despojo de los moldes ideológicos que a veces impiden ver la realidad como realmente es y utilizar en la tarea gubernativa la herramienta que corresponda, sin preguntarse si ello es de izquierda, de derecha o del medio.

La gente, nuestra gente, toda ella, quiere resultados, quiere ver cambiar -para mejor- su vida. Quiere seguridad y ejercicio de la autoridad; quiere una administración que sea una ayuda y no un obstáculo; un sistema de enseñanza donde el orden y el respeto a las jerarquías estén acompañadas de la transmisión de conocimientos y fomento de valores que hagan mejores a nuestros jóvenes y les envíen al mundo más preparados para prosperar; desea cambiar un sistema impositivo que castiga el trabajo y grava el retiro; aspira a una política exterior más independiente, que fortalezca la identidad nacional al tiempo que nos vincula a la región y al mundo en un plano de respeto y cooperación; añora lo bueno del pasado inmediato, es decir, vivir en una sociedad integrada, sin guetos para ricos ni asentamientos para pobres; a relaciones laborales de cooperación entre trabajo y capital; en fin, la patria oriental que queremos y que - seguramente-- haremos.

Puede Ud. contar con el Partido Nacional para todo aquello que sea positivo para nuestra patria. Con honor repetimos el concepto que nos legara Dardo Ortiz: "lo que es bueno para el país es bueno para el Partido Nacional". Así lo hemos dicho y practicado en estos últimos veinticinco cinco años, dentro o fuera del poder. Ello no quita que a la hora de la crítica seamos también muy claros y firmes, quizás porque una actitud fortalece la otra, le da más autoridad y rotundidad. Nuestra colectividad nació bajo la consigna de "Defensores de las leyes" en el entendido de que no hay mejor basamento para una correcta vida de relación que el respeto a la norma general y abstracta. En ese sentido, hemos visto decaer la valoración de la legalidad durante el gobierno que cesa hoy. Mayoría parlamentaria no quiere decir hacer lo que se quiera, sino lo que esa mayoría está autorizada legalmente a hacer. Un claro ejemplo de desborde institucional, es el haber violentado la garantía de la mayoría especial para aprobar normas de carácter electoral.

Muy grave es esa actitud del parlamento fenecido y de una mayoría que, al violar la norma constitucional no advirtió que socavaba su propia legitimidad. Bueno sería reconsiderar el tema de las alcaldías, procurando que -dos tercios mediante- se remedie el gran error cometido.

Con motivo de su reciente discurso ante empresarios, hemos escuchado opiniones de vecinos extranjeros que alababan la naturalidad con que los integrantes de todas las corrientes políticas nos juntábamos y éramos capaces de coincidir.

Esa gran tradición nacional es la contracara de los radicalismos, el reverso de las posiciones políticas que se pretenden dueñas de la verdad, del jacobinismo moderno. Creo que todos, visto lo que hemos vivido en esa materia años atrás, estamos dispuestos a fortalecer ese sentido de la unidad nacional que es el primer deber -esencial- de los buenos orientales. A partir del año que viene, comenzaremos a recordar los acontecimiento bicentenarios que nos forjaron como nación separada y distinta de nuestros vecinos, orgullosa de su identidad particular y propia, segura de su destino venturoso, logrado con libertad, orden y justicia.

Un país políticamente independiente, socialmente justo y económicamente próspero, fue la consigna con la que comparecimos junto con Jorge Larrañaga ante la ciudadanía. Pasado el tiempo electoral, creo que es una meta compartible por encima de partidos.

En nuestra conversación inmediata al comicio, mencioné las peculiaridades extraordinarias de su vida, calificándola de novelesca. Agrego y hoy repito lo que añadí.

Si a esa novela quiere ponerle un final feliz, cuente conmigo.

Con esperanza,

LUIS ALBERTO LACALLE.

El País Digital, 28 de febrero de 2010.
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