Pedro Tyler: medir con imaginación en Plataforma

Pedro Tyler: medir con imaginación en Plataforma
El MEC aparece invadido por extrañas formas que llevan el título Perdido jardín, de Pedro Tyler.
Nelson Di Maggio |






Hilda López. En la exposición de la Galería Divulgação, Lisboa, 1964. Es una instalación que la mirada distraída del visitante puede identificar con una propuesta lúdica, que en parte lo es, y estructuras planas y espaciales realizadas con un material poco común: cintas métricas de acero, made in China. El notable artista brasileño Cildo Meireles las utilizó en Fuentes, obra compleja y transitable presentada en una de las bienales de San Pablo. En otro espacio, Meireles hizo una torre de Babel con cientos de monitores encendidos en diversos idiomas. Esos referentes, acuden de inmediato en Perdido jardín y permite verificar que la cercanía de títulos y soportes no conducen necesariamente a una dependencia formal. Bien por el contrario, aún conociendo la obra del brasileño, Tyler tiene la suficiente habilidad y talento para afirmar su individualidad y hacer de un único soporte variaciones estimulantes.

La lección del maestro Duchamp se proyecta sobre la mayor parte del arte contemporáneo al recoger un producto industrial y sacralizarlo en una sala de exposiciones. Tyler parte de un elemento concreto que desenvuelve de tal manera que lo real, lo simbólico y lo imaginado se interactúan hasta encontrar un convincente equilibrio. La poco más de media docena de trabajos y un video, escapan al racionalismo extremo de la abstracción geométrica para crear otros más sensoriales y agresivos incitativos a la participación, más que corporal, visual. Porque esa cintas métricas que apelan a la estética de la acumulación, son sistemas diferentes de medir, en centímetros y pulgadas. Una lectura atenta, distingue los diferentes tipos de números y rayas, más grandes y oscuros, más pequeños y más claros, los cortes y ensamblados convertidos en lluvia-manto ( Medianoche) que se desploma en sugestión sombría, transformados en puñales reunidos en una caja ( Pandora), en tijeras que cortan el cabello del mítico Sansón ( Mientras dormía), se levantan en torre de Babel (retoma el tema de su exposición anterior en el Cabildo, 2003), trabajando la superficie de los soportes metálicos hasta lograr un bajorrelieve ( Exodo), una sesgada alusión a su doble pertenencia territorial o se reúnen en 32 molinetes-flores accionados eléctricamente ( Naturaleza nueva), que pueden aludir al artificio de una sociedad mecanizada o al canon torresgarciano adoptado en la composición de los cuadros constructivos. Un video de dos minutos de duración, registra el tiro al blanco de puñales sobre una figura recortada y el fuerte golpe de la incrustación.

Pedro Tyler establece un sistema relacional entre la construcción mental y la experiencia sensorial, entre conocimiento y percepción, entre la vigilia y el sueño, o mejor, ese estado intermedio, hipnagógico. Al elegir la cinta métrica, la mensurabilidad se establece en el espacio-tiempo, como medida ilógica alternada, la numerología alterada, con superficies planas, de brillantes reflejos como muro impenetrable, espacio de tránsito o esquema conceptual a descifrar. Nacido en Uruguay (1975) estudió en Santiago de Chile donde obtuvo la Licenciatura en Arte por la Universidad Finis Terrae y viviendo en el país trasandino mantiene un contacto permanente con su país natal. Aquí perfecciona su investigación, abandona la figuración anterior de cierta crueldad enunciativa (escaleras, monasterios, camas), su lenguaje se hace más sutil y reflexivo, donde la subjetividad proyecta significados y sentimientos latentes, pulsiones ocultas en instrumentos de frialdad industrial.