Perdidos en Seúl, con sabor a tango Lista de mensajes

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Llevados por la música a la capital de Corea del Sur, un grupo de artistas
argentinos experimentó el particular estilo de vida de ese país. Sus costumbres,
sus comidas y el culto que le rinden a Piazzolla.

María Estela Monti es cantante de tango. El próximo martes 21 presenta su nuevo
CD "Solo Piazzolla", a las 21 hs. en el Centro Cultural Torquato Tasso.

La música tiene caminos misteriosos. En este caso nos llevó, a mis compañeros
músicos y a mí, hasta Seúl, capital de Corea del Sur. El motivo era extraño:
grabar la música para una película coreana en ritmo de tango. La aventura
comenzó con 27 horas de vuelo, Buenos Aires, San Pablo, Frankfurt, Seúl, y luego
el persistente y demoledor jet-lag.

Seúl en invierno tiene un aspecto onírico: rascacielos con gigantescas pantallas
de plasma y templos budistas en los que el tiempo se detuvo. Nuestro primer
choque cultural fue la comida picante y exótica, por momentos y, excepto por un
sushi delicioso, nuestros almuerzos y cenas fueron difíciles, especialmente
porque la carne se come cruda. El ritual de la comida es riguroso, obviamente no
se utilizan cubiertos, sólo palillos de metal, no de madera; nadie permanece con
calzado; se almuerza y cena con agua, para luego terminar en algún bar donde lo
único que se consume es alcohol, de cualquier tipo y en todas las combinaciones
posibles.

Culturalmente reciben el occidentalismo con entusiamo, pero conservan sus
costumbres y rituales, el contacto físico no está incluído de ninguna forma en
el trato con extraños, por eso les resultaba pintoresca nuestra costumbre de
besar o estrechar las manos con desconocidos, en este caso ellos.

Tuvimos la oportunidad de presenciar un casamiento en el hotel donde parábamos.
Los invitados agasajan a los esposos con coronas de flores muy parecidas a las
que nosotros usamos en los funerales. La novia se sienta en una especie de
"trono" donde todas las mujeres se acercan a saludarla, y sólo después, los
invitados pueden ingresar al salón de fiestas.

Muy poca gente habla inglés, y por supuesto nadie entendía español, por lo que
la comunicación se transformó en una demostración de habilidad gestual. Nos
llevaron a recorrer museos, el down town y las ferias callejeras, donde
cualquier compra comienza con un regateo sin el cual no somos considerados
clientes.

Limpieza, educación, pulcritud y gentileza fue lo que encontramos a lo largo de
toda nuestra estadía. La gente común de Seúl es sumamente cordial y atenta.
Cuando una persona sufre algún tipo de afección leve, como un simple resfrío,
camina por la calle con un barbijo que tapa nariz y boca, para no contagiar a
otro. En nuestra tarea un solo nombre nos conectó con los músicos y productores
coreanos: "Piazzolla" a quien admiran y estudian en los conservatorios.

Fueron casi 15 días. En muchos momentos nos sentimos como el protagonista de
Lost in Translation, pero valió la pena, en la última sesión de grabación nos
mostraron la edición de las imágenes del filme con la música grabada y la
emoción de estar a miles de kilómetros de Buenos Aires y aún así sentirla cerca
fue muy fuerte, especialmente porque el compositor, el director y los
productores cerraron la sesión diciendo en español: "Bien, che!" El viaje
terminó como comenzó: de una manera extraña. En el estudio de grabación
improvisamos una "zapada" tanguera que se coronó con un brindis con... ¡jugo de
aloe vera!