Palito Ortega: "Nadie está vencido si no se entrega"
Después de 30 años vuelve a tocar en Buenos Aires. Será el viernes próximo con localidades agotadas e invitados que van de Charly García a Valeria Lynch, Raúl Lavié y el Chaqueño Palavecino. Dice que siempre cantó lo que sentía. Y que jamás en su vida pensó en hacer un negocio con Charly.
27.11.2010 | Por Eduardo Slusarczuk eslusarczuk@clarin.com NOTAS RELACIONADAS
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Palito Ortega Me llevó casi siete años dejar esto así como está. Todo lo fui haciendo yo. Iba al vivero a comprar los arbolitos, las plantas, diseñé los senderos con la fuente en el medio, y también mandé construir la capillita, para bautizar a mis nietos.” Mientras camina por el camino que demarcan dos largas hileras de árboles, en el campo que compró, a varios kilómetros de Luján, cuando regresó, en el inicio de los ‘90, de su “cambio de oxígeno” en los Estados Unidos, Ramón Ortega, Palito, señala a un costado.
“Esa casa, donde ahora está el estudio, era de barro”, describe. Y abre las puertas de una sala que combina varias consolas y equipos de generaciones recientes, con tapas de discos que registran una historia que el cantante está por desempolvar, el viernes, en un Luna Park que ya agotó sus localidades hace varios días.
“Después de tantos años (30) sin tocar en Buenos Aires, tenía mis expectativas. Y la respuesta me pone muy contento. Están pasando muchas cosas por mi cabeza. Imágenes que tenía archivadas. Pensé en la hermanita que perdí, Rosario; en mi viejo, el ser que más admiré en mi vida. Un obrero de un ingenio que se levantaba para hacernos el mate cocido antes de que saliéramos a buscar los diarios para repartir”, monologa.
Parte de una industria discográfica que contaba las ventas de a cientos de miles de unidades, Ortega eligió transitar y aportar, desde sus comienzos, a un repertorio liviano, exento, salvo raras excepciones, de cualquier cuestionamiento al orden establecido. Aún cuando, sobre fines de los ‘60, los vientos de cambio soplaban con fuerza.
¿Pensaste en tomar el rumbo de una canción más testimonial? No. Yo creo que lo más honesto que hice en mi vida fue obedecer a mis propios sentimientos. En mi infancia, teníamos que ir a buscar el agua potable a un lugar llamado surgente, y teníamos tres baños para todo el pueblo. A los 15, le di un abrazo a mi viejo, y me subí a un tren, que era el de la vida. Cuando llegué a Retiro, no tenía dónde ir, pero no me podía sacar de la cabeza que iba a llegar a algo. Yo le mentía a mi viejo diciéndole que estaba bien, mientras dormía en un sótano, en lo de un griego que me cerraba la tapa en la cabeza una vez que yo entraba, y la volvía a abrir a las seis de la mañana. Pero nadie me podía apagar esa música de fe en mí mismo. Entonces, lo que quería cantar, y canté, es que nunca nada está perdido totalmente, ni nadie está vencido si no se entrega.
La imagen del hombre que se hizo a sí mismo es recurrente en el relato del autor de La felicidad y La sonrisa de mamá . Y, a esta altura, maneja con habilidad la reconstrucción de su historia, sin ocultar algunos claroscuros.
“Alguien puede decir: ‘pero éste le canta a la felicidad cuando la gente no tiene para comer’. Pero yo voy a Alemania, y veo que la gente canta La felicidad y saltan como locos. Y ellos no saben de dónde vengo yo. Porque el mensaje es universal. Cantarle al amor puede sonar cursi, pero si te parás en la vereda y ves a una parejita de enamorados, que van de la mano, que se besan y se ríen de cualquier cosa, también parece cursi. Y vos le cantás a eso”, dice.
Pero la crítica también depende del camino musical que se tome.
Para mí eso es algo curioso. Cuando escribí, siempre tuve la sensación de que había tomado esa melodía de la gente. Cuando se anunciaba la vuelta de Perón, en el ‘72, iba por la calle, y unos muchachos me gritaban “Palito, viva Perón”. Después, me crucé una manifestación de chicos jóvenes, y había una energía, en el aire, desconocida hasta entonces. Yo llegué a mi oficina, me encerré en el estudio con la guitarra, y en 15 minutos había escrito Yo tengo fe . Yo ya la traía de la calle. Y por eso, enseguida vuelve a la calle, a la tribuna. Yo creo que somos observadores, tal vez más sensibles de los estados de ánimo, y les damos forma de canción.
¿Por qué entonces, mientras a artistas como Charly o León Gieco se los considera agudos cronistas, vos sos visto como alguien que lucra con la ceguera de la gente? No lo sé. El lucro tiene que ver con una premeditación que yo nunca tuve al escribir. Yo siempre sentí lo que escribí. Lo curioso es que a mí no me rebelaba el clima de violencia, sino que, cuando me decían que tenía que cantarle a la violencia, inmediatamente decía “no”.
Eso no impidió que participaras en algún acto del PCR, junto a Mercedes Sosa, por ejemplo.
Nunca me disgustó la gente que se comprometía. Me parecía bien, aunque yo eligiera hacer otra cosa. Y participé de reuniones clandestinas, para juntar fondos para el viaje de grupos de jóvenes a Rusia, a la convención anual del PC.
Por la charla pasan los nombres de Joan Manuel Serrat, cuyo primer repertorio fue editado en la argentina por Palito, pionero en eso de crear una editorial indie , de los pintores Carlos Alonso y Antonio Berni y de Frank Sinatra, referencia ineludible a los años de plomo, que le valieron a Ortega algunas críticas ajenas, y varias disculpas propias por cosas que “no debería haber hecho”.
Tres décadas después, Ortega dice no guardar rencores, pero, por las dudas, recuerda: “Yo era un empresario y lo contraté a Sinatra. ¿Cuál era el pecado? Pero cierto periodismo, revista Humor de por medio, organizaron el Festival contra la presencia de Sinatra en la Argentina. Pude haber ganado dos o tres millones de dólares. Perdí 1,8 millones. Los perdí yo. Pero igual fui, y construí la escuelita que había prometido para mi pueblo. Digo: ¿Sirvió lo de Obras Sanitarias para comprar una ventanita de una escuela? Después, cuando me quedé sin crédito, agarré la guitarra y salí a tocar. Me llevó tres años y medio pagar todo.” Con todo saldado, el cambio de aire en América del Norte, que duró cuatro años, hasta que la política, de la mano de Carlos Menem lo atrajo nuevamente al país.
¿Cuando entraste en política, pensabas que volverías a cantar? Tal vez si el peronismo no hubiera estado tan peleado -(piensa) bah, no estaba más peleado que hoy-, el proyecto de la presidencia me hubiera alejado de la música. Pero, igual, mi cable a tierra siempre fue agarrar la guitarra y tocar.
Llegó el fin de la ilusión presidencial y su reencuentro con Charly García. “Después de ese cruce, se pasó un año acá, grabando lo que iba a ser Kill Gill . Pasamos noches enteras en el estudio. A veces agarraba la guitarra y era como estar con Jimi Hendrix. Todo eso fue previo a la internación y a la decisión de traerlo acá”, cuenta.
¿Cómo se te ocurrió traerlo? Yo soy una persona muy creyente. Y creo que Dios es una energía muy potente, que mueve las piezas. El quiso que yo estuviera en ese lugar, el día que se decidía cuál iba a ser el destino de Charly.
¿Te molesta que se sospeche que hubo algún interés detrás? Sabía que ese riesgo existía. Por eso preferí correrme de la foto. Porque yo soy un empresario. Pero en la puta vida habría hecho un negocio con Charly.
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CHARRUA( uruguaya ,oriental o yorugua)------------------la primer CHARRUA( uruguaya ,oriental o yorugua) que fue jurado del Metropolitano de Tango y del Jurado Mundial ,por merito propio,ahora seleccionada como "maestra reconocida mundialmente",dara un Seminario de Alta Intensidad en el Mundial.No solo es futbol mundial el Uruguay."Tanguera Ilustre de Buenos Aires" "Condor de Oro de San Luis,Argentina....Quien es? L.L. pasion,voluntad y tecnica.Tecnica,voluntad y pasion.Abriendo caminos para Uruguay,embajadora cultural de este Paisito que es un gran Pais con mayuscula. --
Ver .The one,
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